A menudo utilizamos imágenes que hablan del conocimiento de algo por parte de otra persona: Hacer la vista gorda… Ojos vidriosos… Tener los ojos bien abiertos.

Jesús habló de ver, pero no ver. Ver la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio.

La imagen que uso en esta reflexión vicenciana es la de dos hombres sentados en una pequeña barca, sin ver la gravedad de la situación. La barca hace agua por la popa. Ellos todavía están literalmente «en lo alto y secos», en la proa. Como todavía están en lo alto, para ellos no es un problema… ¡aún!

Metáforas de actitudes ante el Día de la Tierra, 22 de abril de 2023

Puedo reivindicar cada una de estas actitudes en distintos momentos frente al cambio climático.

• No lo experimento directamente (¡Pero otros sí!)
• Se me nublan los ojos (Los problemas son demasiado grandes para comprenderlos. Así que caigo reflexivamente en actitudes aprendidas en la juventud. «¡No se puede hacer nada contra el tiempo!»)
• Ojos bien abiertos (Intento mantenerme informado sobre lo que ya está ocurriendo y apoyo a quienes lo ven más claro).

En 2015, el papa Francisco utilizó su posición como líder mundial respetado para darnos un poco de contexto… y ofrecer algunos pasos hacia adelante en un documento llamado «Laudato Si«.

El «panorama general» que ve el papa Francisco

Su perspectiva se puede resumir en pocas palabras: «Vivimos en la casa de Dios».

Sin embargo,

• el mundo físico se reduce a un mero almacén de recursos para el consumo humano, bienes inmuebles para la especulación del mercado. Por la contaminación de la tierra, el aire y las aguas del planeta, hemos degradado nuestra casa común, que es también la propia casa de Dios. Hemos convertido esta morada sagrada en un mercado.
• En una situación de emergencia planetaria como el colapso de nuestra morada planetaria, tenemos que volver a arder en celo por nuestra casa común.

Hace algún tiempo, me preguntaba si mi concepto de «casa de mi Padre» era demasiado pequeño…

El Papa Francisco nos dice:

Olvidamos que nuestra tierra y cuanto hay en ella es la casa misma de Dios, impregnada por el Espíritu de Dios desde los albores de la creación, donde el Hijo de Dios acampó en el acontecimiento supremo de la Encarnación.

Vivimos en la casa de Dios como hijos de Dios. Pero como niños, aún no hemos madurado.

Permítanme compartir un recuerdo mío como niño inmaduro en Navidad. Puede que no sorprenda, pero cuando era pequeño, quería juguetes… ¡no algo esencial como ropa!

A menos que fuera algo con lo que pudiera jugar, ni apreciaba el regalo ni el amor que el regalo simbolizaba.

El Papa Francisco nos invita a cambiar nuestra forma de pensar

Algunos podrían calificar a Francisco de soñador. Sin embargo, cuanto más lo pienso, más profunda es su verdad. Nada sucederá hasta que experimentemos una conversión en nuestra forma de pensar.

Debemos abrir los ojos a la interconexión de toda la creación y adoptar una nueva forma de vida que valore el medio ambiente, promueva la justicia social y busque el bien común.

La conversión ecológica se basa en la creencia de que el mundo natural es un don sagrado de Dios para todos los seres humanos y que éstos tienen la responsabilidad de cuidarlo como administradores de la creación.

Esto significa no sólo tomar medidas prácticas para proteger el medio ambiente, sino también adoptar una nueva actitud hacia la naturaleza que reconozca su valor e importancia inherentes.

La conversión ecológica implica reconocer que los problemas medioambientales son a menudo síntomas de desigualdades sociales y económicas más profundas. Abordar estos problemas requiere un planteamiento más global e integrado.

¿Qué tipo de metáfora podría describir tu forma habitual de pensar?

Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk