La Pasión de Cristo

por | Abr 3, 2023 | Binoy Puthusery, Formación, Reflexiones | 0 comentarios

La famosa película de 2004 «La pasión de Cristo», dirigida por Mel Gibson, representó muy vívidamente la pasión que Jesús sufrió, especialmente durante las últimas doce horas de su vida en la tierra. La película se abre con una conmovedora escena de la oración de Jesús en Getsemaní. Los Evangelios sinópticos, al hablar de este acontecimiento, también nos dan una imagen muy clara de lo que Jesús estaba sufriendo en su interior en este momento decisivo de nuestra historia salvífica.

Toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir pavor y angustia. Y les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad.» Y adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser posible pasara de él aquella hora. (Mc 14, 33-35)

Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra. (Lc 22, 44)

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En su película, Mel Gibson muestra este intenso momento de oración de Jesús como su lucha final con Satanás. Mientras Jesús continúa orando, Satanás aparece en una forma andrógina encapuchada y albina, y lo tienta diciendo: «no es correcto que un hombre muera por sus pecados (de la humanidad)». Ignorándolo y orando, el sudor de Jesús se convierte en sangre y cae al suelo. Entonces vemos que una serpiente emerge de Satanás. Jesús reprende a Satanás y aplasta la cabeza de la serpiente, pisándola con fuerza. Era una expresión simbólica de la victoria final de Jesús sobre Satanás por su entrega total a la voluntad de Dios.

La tradición teológica interpreta la oración de Jesús en Getsemaní como un conflicto entre la naturaleza humana y divina de Jesús. Como humano, Jesús está angustiado y agitado en medio del rechazo y la soledad. Siente miedo a la muerte. Su naturaleza humana lo hace retroceder, le provoca angustia y duda. Fue el resultado de tomar nuestra pecaminosa condición humana para levantarla. La naturaleza humana lo movió a orar: «Aparta de mí este cáliz». Pero, como Hijo de Dios, entregó su voluntad a su padre diciendo: «No se haga mi voluntad, sino la tuya». Este fue el momento decisivo de nuestra salvación humana, la victoria de la gracia de Dios sobre la naturaleza humana.

En la Carta a Hebreos tenemos un relato diferente de la oración de Jesús en Getsemaní: Jesús, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarle de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente (Heb 5, 7). Nos ayuda a ver la pasión de Jesús —especialmente lo que soportó desde Getsemaní hasta entregar su último aliento en la cruz— como una larga oración que Jesús ofreció a su Padre.

La victoria de Jesús sobre el pecado y la muerte es el resultado de su victoria durante su oración en Getsemaní. Esta es también nuestra victoria, porque Jesús tomó sobre sí mismo nuestra naturaleza humana. La victoria de Jesús hace posible que nosotros podamos decir «no» a nuestra naturaleza humana pecadora y decir sí a la voluntad de Dios. Esta es la alegría de la Pascua.

Sobre el autor:

fr-binoyEl P. Binoy Puthusery, C.M., es un sacerdote paúl perteneciente a la Provincia de India meridional. Fue ordenado sacerdote el 27 de diciembre de 2008 y poco después sirvió como coadjutor en Tanzania. En 2011, después de dos años de ministerio, fue nombrado Director Espiritual de las Hermanas Vicentinas de la Misericordia, en Mbinga, Tanzania. Actualmente reside en Barakaldo (España), y es formador en el Máster en Vicencianismo.

 

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