Alimentar a los demás primero

por | Mar 30, 2023 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús nos busca alimentar con su cuerpo y sangre, para que tengamos vida plena.  Nos ama, sí, hasta el fin. 

Seguramente, las treinta monedas de plata no le pueden sino alimentar aún más la codicia a Judas Iscariote.  Pero el traidor vende a Jesús por nada, no lo tasa muy alto.

Y, de verdad, el vendido no se puede valuar como corresponde.  Es que él es el heredero legítimo al trono de David, si bien viene humilde montado en un asno.  No en un caballo de guerra.  Con todo, no deja de ser el que tiene derecho a todo.  Y, por lo tanto, puede requisar una borrica, una casa u otra cosa que necesita.

Tiene él también el poder de curar las enfermedades y dolencias de toda clase.  Puede alimentar a miles con pocos panes y peces.  No, no cabe duda de que él vale mucho más que treinta monedas de plata.

Y la ironía es que el que se vende por nada los toma por caros a los demás.  A los que se toman por desechables también, a los que se hallan en las periferias, a los no sabios.  Aun llama a unos de ellos para que le sigan.

Y no le basta con alimentar a los demás con panes y peces.  Quiere también que los demás vivan de la palabra de Dios.  Es por eso que come, junto con sus discípulos, la cena de Pascua.  En ella, se escuchan las palabras de Dios y se hace recuerdo de las proezas de Dios.

Tal escuchar y recordar quiere decir dejar suelta, libre, la palabra.  Esto lleva también a que obedezcamos a Dios, en vez de quedarnos tercos.

Nos alimenta Jesús para que tengamos vida al alimentar nosotros a los demás.

En la cena de Pascua, Jesús también da a comer su cuerpo y a beber su sangre.  Y en este sacramento se resume el misterio de su pasión, muerte y resurrección por nuestra salvación.  Es decir, el Santísimo Sacramento del Cuerpo y Sangre de Cristo nos da a conocer esto (SV.ES I:320):

Vivimos en Jesucristo por la muerte de Jesucristo, y hemos de morir en Jesucristo por la vida de Jesucristo, y nuestra vida tiene que estar oculta en Jesucristo y llena de Jesucristo, y, para morir como Jesucristo, hay que vivir como Jesucristo.

Vivimos, sí, del cuerpo y sangre de Cristo.  Y a los que así vivimos, se nos hace capaces de alimentar a los demás, lo que supone sacrificio.  Y cuanto más nos ocultamos en Cristo y quedamos en comunión con él, tanto más nos llena él, para que rebosemos de él.  Para que vivamos al igual que él, entregados a los demás hasta el fin.

¿No es esto lo quiere decir, en parte al menos, el proclamar que la Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana (CIC 1324-1327)?  ¿De una vida libre, no presa del egoísmo y la codicia?

Señor Jesús, sé tú el que nos vaya a enseñar, formar y alimentar, para que logremos también enseñar, formar y alimentar a los demás, y vivamos. 

2 Abril 2023
Domingo de Ramos en la Pasión del Señor (A)
Mt 21, 1-11; Is 5, 4-7; Fil 2, 6-11; Mt 26, 14 – 27, 66

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