La Asamblea Internacional de la Asociación Internacional de Caridades (AIC), reunida bajo el lema «Ciudadanos del mundo, en camino unidos en la esperanza», concluyó el 24 de marzo con la elección de la nueva presidenta internacional: la belga Tayde de Callataÿ (anterior Secretaria del Comité Ejecutivo saliente, Coordinadora para Europa y Oriente Medio, Responsable de Proyectos y Presidenta de la AIC-Solidarité) ha sido elegida presidenta internacional por las más de 150 delegadas AIC representantes de las presidentas y consejos nacionales de los diferentes países, reunidos en Frascati (RM) del 21 al 24 de marzo. Tayde de Callataÿ toma el relevo de Rose de Lima Ramanankavana, de Madagascar, que presidió la AIC en el trienio que acaba de concluir.

«Quisiera agradecerles la confianza que han depositado en mí», ha comenzado diciendo la recién elegida Presidenta, dirigiéndose a la Asamblea y al recién elegido Comité Ejecutivo, dando las gracias a las voluntarias, a las colaboradoras y a todos los que ha encontrado en su camino dentro de la Asociación. «Ustedes me han permitido descubrir y apreciar la inmensa riqueza de la red AIC: voluntarias profundamente comprometidas, creativas y generosas que trabajan en equipo en un espíritu de comunión fraterna y espiritual; un trabajo impresionante realizado día tras día, en todo el mundo, por el bien de nuestras hermanas y hermanos más necesitados; el maravilloso carisma vicenciano nos indica el camino y nos une de manera especial».

La recién elegida presidenta Tayde de Callataÿ agradeció al Señor «el inmenso regalo que me ha hecho al invitarme un día a seguirle a través de esta magnífica obra que el Espíritu Santo inspiró a San Vicente de Paúl hace más de 400 años». La nueva presidenta miró la situación actual con esperanza: «El contexto actual es preocupante en muchos aspectos, sobre todo para las personas más vulnerables a las que acompañamos. Lo hemos subrayado varias veces durante este encuentro y los testimonios que hemos escuchado nos lo confirman. En el seno de nuestra asociación, tenemos que poner de relieve y afrontar retos importantes para poder proseguir nuestra misión hoy y durante muchos años». La recién elegida presidenta Tayde de Callataÿ hizo un llamamiento a la confianza y compartió esta profunda convicción con la asamblea, señalando las numerosas razones que la justifican: «Confianza, en primer lugar, porque sabemos que el Espíritu Santo nos inspira y nos guía en nuestra hermosa misión vicenciana para que, día tras día, hagamos vida el Evangelio»; y, en segundo lugar, «confianza porque podemos contar con el ejemplo y la enseñanza de San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac. El carisma de nuestro querido fundador nos alimenta, nos pone en camino con alegría y nos da la fuerza, la determinación y la pasión que necesitamos para afrontar los retos que se nos presentan, incluso los más complejos». Confianza también por el espíritu de iniciativa y de adaptación de las voluntarias, «porque en las numerosas situaciones de crisis encontradas en la zona, las voluntarias AIC hemos sabido dar prueba de una creatividad y de una capacidad de adaptación fuera de lo común». Una confianza, una esperanza alimentada también por la red AIC de más de 100.000 voluntarias en más de 56 países del mundo, puestas diariamente al servicio de los hermanos y hermanas más desfavorecidos para construir juntos un mundo mejor: «porque podemos contar las unas con las otras y ayudarnos no sólo en el seno de nuestra AIC sino también en el seno de la gran Familia Vicenciana».

Enraizarse en el carisma vicenciano, caminar juntas, estar abiertas y acoger el cambio son las tres líneas prioritarias para los próximos tres años. «Volvemos a nuestros respectivos países convencidas de que, sí, verdaderamente podemos llevar el cambio a la vida de los más pobres. No es un camino fácil, pero es posible», ha subrayado la recién nombrada presidenta de la AIC: «os deseo a todas la riqueza de compartir culturas y el entusiasmo de este encuentro, tanto a nivel personal como asociativo. Transmitamos la alegría de haber vivido la experiencia de formar una gran familia, unida por la misma fe y los mismos ideales’.

Elena Grazini