“Señor, ten misericordia de nosotros“

Gen 12, 1-4; Sal 32; 2 Tim 1, 8-10; Mt 17, 1-9.

Leemos en el evangelio de hoy el relato de la Transfiguración. Y la Transfiguración trata de Jesús y de nosotros.

Cuando estamos con Él, estamos con lo divino; cuando Él está con nosotros, está con lo humano y su amor, gracia, sacramentos, paz y compasión, pueden transfigurarnos. Y, una vez transfigurados nosotros, entonces podemos observar a los que nos rodean y verlos en profundidad, capaces también de transfigurarse ante nuestros ojos.

Tengamos siempre presente que la luz que Jesús nos dio en nuestro bautismo, jamás se extinguirá. La voz del Padre Dios, que en el relato de la Transfiguración resuena desde la nube, tiene un mensaje importante para los discípulos, y para nosotros: “Escúchenlo”. Un corazón que oye es un corazón entibiado por el amor de Dios, y enseñado por sus palabras. Al que escuchamos es al Hijo de Dios, Jesús, transfigurado en su humanidad.

La oración, la experiencia de Dios se trata más de “escuchar” que de “hablar”.

Señor, que yo me deje transfigurar por ti, y que tu luz ilumine a mis hermanos.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Adrián Acosta L., CM