La ceniza
Delante de tu inmensidad
soy polvo y ceniza, precariedad,
delante de tu eternidad
soy tierra y barro, sobriedad.
Ceniza conservada a fuego,
ceniza que levanta el viento,
polvo sumergido en el tiempo,
arrastrado por la nada y el vacío.
Nacidos de la tierra fértil,
envueltos en su naturaleza
nos acoge el día de la muerte
ave de paso es la realeza.
Señor de la eternidad
delante de tu grandeza
experimento mi finitud,
de ceniza cubro mi cabeza.
Baño en polvo mi rostro
me descubro en impotencia,
visto de sayal mi cuerpo
ante el dolor de tanta indigencia.
El imperio del mal, la guerra,
hipocresía, cinismo y violencia,
avaricia, lujuria, envidia, torpeza,
se ha roto la humanidad reacia.
Como Job me postro en tierra,
llagas de mi piel enferma,
el corazón rasgado en tristeza,
soledad en la noche del alma.
Como David lloro de tristeza,
rostro en tierra y contrito,
me despojo de la grandeza,
imploro perdón al infinito.
Me despojo de mi irreverencia,
en este desierto soy nada,
asumo mi incoherencia,
arena en la playa desnuda.
¿A qué tanta arrogancia
la finitud me acompaña?
¿A qué tanta distancia
es vaciedad el oro que baña?
Fragilidad en carne no faltan,
despojo y cuerpo cansado,
cadenas y candados me atan,
me atrapa el cepo del pecado.
Vengo ante el Crucificado,
marco mi frente con tu pascua,
me aferro a quien me ha salvado,
con su sangre me cubre de gracia.
Eres perdón, me has liberado,
como a hijo me abrazas en fiesta,
ofreces todo tu regazo amado,
en agua lavas mis llagas abiertas.
Dejo de culparme ante el pasado,
de señalar a otros como culpables,
del cáncer en ti hemos sido sanados,
ese que nos tritura, dolor interminable.
Me acerco a mi hermano,
baño mi mirada en tu luz,
a todos extiendo mi mano,
acojo el regalo de la cruz.
Sor Floridalia Noguera. H.C.,
Guatemala.
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