En el rito latino, la Cuaresma se inicia con la imposición de la ceniza el Miércoles de Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena del Señor en la tarde del Jueves Santo. La duración de cuarenta días o cuaresma simboliza los 40 días que duró el diluvio universal, además de los 40 años de la marcha del pueblo israelita por el desierto y las 40 décadas que duró su esclavitud en Egipto, pero, ante todo, quiere imitar los 40 días que pasó Jesús en el desierto de Judea, previos a su misión pública, donde debió constatar con los esenios de Qumrán, a orillas del Mar Muerto, y donde seguramente se encontró con su pariente Juan Bautista. El Catecismo de la Iglesia Católica expresa la misma idea: “La Iglesia se une todos los años, durante los cuarenta días de Cuaresma, al Misterio de Jesús en el desierto” (n. 540).
En las lecturas dominan los temas del pecado, la conversión, la penitencia y el perdón. En la misa no se cantan el Aleluya ni el Gloria (excepto en las fiestas y solemnidades, como la solemnidad de san José que siempre cae en Cuaresma, y el Jueves Santo, en la misa de la cena del Señor, con el que se inicia la Pascua).
Desarrollo histórico
En los siglos VI-VII cobró gran importancia el ayuno cuaresmal, pero como desde los orígenes del cristianismo nunca se ayunó en domingo por ser el día de la Resurrección del Señor, para tener cuarenta días efectivos de ayuno, se agregaron cuatro días, adelantando la cuaresma al miércoles anterior al primer domingo de cuaresma, llamado Miércoles de Ceniza con la imposición de la ceniza en la cabeza de los fieles, representando la destrucción de los pecados. Mientras el sacerdote impone la ceniza dice la expresión: «Arrepiéntete y cree en el evangelio» (Mc 1,15) o «Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver» (Gn 3,19). El Concilio Vaticano II prefirió excluir del periodo cuaresmal el Triduo Sacro ya que no son el final de la Cuaresma sino el inicio de la Pascua, por lo cual la celebración de la Cena del Señor no forma parte de la Cuaresma. Tampoco el ayuno dura toda la Cuaresma, solo el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, y la abstinencia solo los viernes de Cuaresma que no sean solemnidad.
En la actualidad, más que el simple ayuno de comida, se incentivan prácticas que afectan áreas más personales de la vida: «se trata de ayunar de la comodidad, de una vida fácil, de la mínima resistencia, de la mentalidad gregaria, del placer por el placer. Y sobre todo, se trata de ayunar del poder, la autocomplacencia y la gloria […] ayunar de egoísmo, insensibilidad e inhumanidad. Es ayunar de competitividad y beneficios a costa de otros; de las formas de proceder del mundo y de los reinos construidos con la acumulación de bienes a costa de las enormes necesidades de todos los que habitan en la tierra», como forma de interpretar un pasaje del profeta Isaías (Is 58, 6-9) utilizado en la liturgia de Cuaresma, en especial, compartir el pan con el hambriento, acoger en la casa a los pobres sin techo, vestir al que está desnudo y no volver la espalda a los demás.
La limosna es una constante en el cristianismo desde sus orígenes, como lo señalaba el emperador romano Juliano: “Es vergonzoso que los galileos (cristianos) alimenten a sus pobres y a los nuestros” (Epist. 62). Pero de la encíclica Sollicitudo rei socialis del papa Juan Pablo II sacamos la idea de que dar una limosna es muy cómodo y fácil, y puede favorecer la vagancia de algunos ociosos a vivir del cuento, que más importante es sentarse al lado del pobre, escucharle y luchar junto a él para darle un hogar, trabajo y mejorar su situación. Porque la finalidad de la Cuaresma es prepararnos espiritualmente a recibir a Dios en nuestras vidas.
La Cuaresma la celebran los católicos, los católicos ortodoxos, y algunas ramas del protestantismo, como los anglicanos y algunas iglesias evangélicas. En muchos países durante estos días se realizan procesiones y celebraciones de todo tipo, sin olvidar que el inicio de la Cuaresma viene precedido por los festejos del Carnaval.
Para calcular la fecha de la Pascua, en el Hemisferio Norte se busca el primer domingo posterior a la primera luna llena de primavera, que es la fecha de la Pascua de Resurrección, y los seis domingos anteriores son los domingos de Cuaresma.
P. Benito Martínez, CM
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