¡Una tarea difícil!

A primera vista, puede parecer exagerado relacionar el Miércoles de Ceniza, el Día de San Valentín y el Cambio Sistémico. Pero escúchame. En realidad, no es tan complicado.

Unas breves palabras sobre los orígenes y costumbres del Día de San Valentín

Antes, unas palabras sobre el posible origen de la celebración del Día de San Valentín.

Según la leyenda, para «recordar a estos (soldados), sus votos y el amor de Dios, se dice que san Valentín cortó corazones de pergamino», regalándoselos a estos soldados y cristianos perseguidos, posible origen del uso generalizado de corazones en San Valentín.

Las conexiones en pocas palabras…

La Cuaresma consiste en quitarnos las vendas de los ojos para ser más conscientes del amor que Dios nos tiene y de la alegría pascual.

San Valentín es un día centrado en la celebración de la toma de conciencia de amar y ser amado, no muy diferente de la celebración del Bautismo y la Eucaristía.

El Cambio Sistémico puede verse como el Día de San Valentín y la Cuaresma con esteroides: eliminar los obstáculos que impiden a las personas tomar conciencia de pertenencia y fomentar positivamente la conciencia de estar plenamente vivos.

Todo se basa en aprender a ver más profundamente… cambiar de prisma.

Cambiar de prisma

La Cuaresma no consiste en rendirse. Se trata de despertar al misterio del amor de Dios. Si hay que «renunciar» a algo, es a deshacernos de las cosas que nos duermen y nos impiden ver el amor de Dios en nuestra vida cotidiana.

Bajo su barniz comercial, el Día de San Valentín consiste en expresar amor y celebrar el don del amor recibido.

¿Qué es el amor? Como escribió Maria Shriver: «Me siento amada cuando me siento mirada. Me siento amada cuando me siento escuchada. Me siento amada cuando me siento segura, protegida y comprendida». Eso supone que el amor consiste en que alguien me vea, me escuche, me comprenda y se preocupe por mí. ¿No es ésa una descripción del amor de Dios por nosotros?

El ensimismamiento, nuestro pecado original, está incrustado en nuestras premisas hasta el punto de que a menudo ni siquiera podemos reconocerlo. El cambio sistémico más radical es una conversión para reconocer que no sólo somos hijos e hijas a los ojos de Dios, sino que aprendemos a vivir como hermanas y hermanos solidarios.

La «buena noticia» de que Dios realmente nos ve, nos escucha, nos ama y nos comprende nos permite ir más allá del ensimismamiento del Pecado Original. ¡Qué cambio sistémico de pensamiento!

Lo que llamamos «cambio sistémico» es buscar estructuras que promuevan lo que San Ireneo describe como la gloria de Dios en cada persona individual. La persona humana plenamente viva. Papas recientes hablan de «desarrollo humano integral».

El papa Francisco

Fratelli Tutti nos ofrece una clase magistral para comprender que todos formamos parte de una misma familia. Nos ofrece una poderosa narración de la historia del «buen» samaritano, que a menudo pasa desapercibida. Establece conexiones con todos los personajes de la historia. Amplía los límites de nuestra visión del prójimo.

En los capítulos siguientes de esta encíclica histórica, sugiere las estructuras sociales que mejor encarnan esta buena nueva en nuestra propia conciencia.

La Cuaresma es un tiempo para salir de los sistemas de nuestro egoísmo y tomar conciencia de las implicaciones de ser verdaderos prójimos. Es en nuestras familias donde más a menudo saboreamos este amor. Pero este amor no es para acapararlo, sino para repartirlo generosamente entre todos y cada uno de nuestros hermanos y hermanas.

Atando cabos en nuestras vidas

• ¿Qué tengo que hacer para despertar al amor de Dios en mi vida?
• ¿Cómo puedo celebrar el significado más profundo del Día de San Valentín y el intercambio de regalos de amor?
• ¿»Qué hay que hacer» para que las estructuras sociales sigan el modelo de la perspectiva de Mateo 25?

Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk