“El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra”
Hb 10, 32-39; Sal 36; Mc 4, 26-34.
Nuevamente otra parábola para acercarnos a la novedad del Reino de Dios y para revelarnos su misterio. Esto no es cosa menor, sobre todo cuando nos cercan, por un lado, una cultura que se olvida de Dios, a la que no le interesa incluirlo ni en sus penas ni en sus alegrías, y por otro, muchos mensajes que dibujan una imagen más bien terrible de Dios, donde el fin está cerca y castigará con severidad los pecados, poniendo especial atención en los de carácter sexual.
Desde luego que esperamos la consumación de los tiempos, San Pablo lo enseña con claridad en sus cartas a comunidades de mediados del primer siglo. Y cada tiempo litúrgico de Adviento nos ponemos a reflexionar de cerca esta realidad. Pero no lo hacemos con miedo a la destrucción, antes bien, con esperanza porque anhelamos su venida.
La parábola del hombre que echa la semilla en la tierra tiene un mensaje que alienta esta esperanza: Dios sabrá sacar adelante su obra, Dios sabrá sacar adelante la cosecha. A nosotros nos toca resistir la tentación de hacernos cizaña y, más bien, seguir siendo trigo para alimentar la vida.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Emmanuel Velázquez M., CM
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