“Entró Jesús en una casa, y se juntó de nuevo tanta gente que ni siquiera podían comer él y sus discípulos.”
Hb 9, 2-3. 6-7. 11-14; Sal 46; Mc 3, 20-21.
Era mucha la gente, no lo dejaban ni moverse, ni comer. La respuesta del Señor ante las necesidades de tantas personas que lo buscaban (y lo seguimos buscando), puede enseñarnos mucho y animarnos para superar las molestias o cansancios que la misión en algún grupo de nuestra comunidad o el trabajo de voluntariado trae consigo. Lejos de enojarse porque no le dejan tiempo para comer, se dispone a atenderlos; muchas veces con menos que eso uno se molesta y reclama.
Esta imagen indulgente del Señor evoca el Himno de laudes que aparece en el jueves de la primera semana (compuesto por el poeta mexicano Alfonso Junco) A continuación, un fragmento:
Así te necesito de carne y hueso
Carne soy, y de carne te quiero.
¡Caridad que viniste a mi indigencia,
qué bien sabes hablar en mi dialecto!
Así, sufriente, corporal, amigo,
¡Cómo te entiendo!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Emmanuel Velázquez M., CM
0 comentarios