“Si recibes la Luz, serás hijo de Dios”
1 Jn 2, 18-21; Sal 95; Jn 1, 1-18.
Hoy es el mejor día del año. Y me pueden decir: “pero si es el último, ¿cómo puede ser el mejor?”. Pues es muy sencillo: Dios es un eterno presente, no fue ni será, es el que es. Eso mismo sucede con nuestros días, solo podemos vivir el presente, no podemos regresar el tiempo atrás ni vivir en el futuro, lo único que tenemos es el presente. Y hoy que termina el año, es el momento que debemos vivir en los tiempos de Dios, en un eterno hoy que nos proyecta a la eternidad.
Para el prólogo del Evangelio de Juan no es importante la genealogía de Jesús sino remontarnos hasta el principio del que es Eterno y que hoy entra en el tiempo de los hombres para convertirse en la Luz que nos ilumina en esta vida, para que todo aquel que la reciba (y la recibimos en el bautismo) pueda ser llamado hijo de Dios.
¿Y qué dignidad más grande puede tener el hombre que llamarse hijo de Dios, hijo de la Luz? En este fin de año reflexiona sobre si te has encontrado con Cristo, si te has dejado tocar por Él, si has dejado que penetre en tu vida. Si no ha sido así, ojalá que no lo dejes como propósito de año nuevo; hoy es un excelente momento para aceptarlo en tu vida. No ayer, no mañana. Hoy.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Alonso Palafox Tejeda
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