Desde un punto de vista vicenciano: Un mensaje del Bautista

por | Dic 24, 2022 | Formación, Patrick J. Griffin, Reflexiones | 0 Comentarios

¿Te sorprende que Juan envíe a algunos de sus discípulos a Jesús para preguntarle quién es?

Juan ha estado predicando sobre el que vendrá después de él:

«Yo os bautizo en agua para conversión;
pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo,
y no soy digno de llevarle las sandalias.
Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
En su mano tiene el bieldo
y va a limpiar su era:
recogerá su trigo en el granero,
pero la paja la quemará con fuego que no se apaga»
(Mt 3,11-12).

Se percibe la fuerza y el alcance de estas palabras. Juan parece tener una visión clara del carácter enérgico y justiciero del Mesías cuyo advenimiento proclama.

Sin embargo, el Jesús que aparece en escena no es así. Cuando los discípulos del encarcelado Juan se presentan ante Jesús, éste tiene claro lo que deben decirle. Debe fluir de la experiencia de sus ojos y oídos:

«Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído:
Los ciegos ven,
los cojos andan,
los leprosos quedan limpios,
los sordos oyen,
los muertos resucitan,
se anuncia a los pobres la Buena Nueva;
¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!»
(Lc 7,22-23).

Jesús enmarca su identidad en un ministerio de sanación y proclamación. La compasión y la comunión impulsan sus acciones, al igual que la renovación y la vida. Juan tendrá que replantearse sus expectativas respecto al que viene detrás de él, cuyas sandalias no es digno de llevar.

Juan había dicho la verdad sobre Jesús, pero no toda la verdad. Jesús le ofrece una lección que cambiará parte de su perspectiva. Un aspecto es, sin duda, que Juan no define la forma en que Jesús viene o actúa o habla. Todo esto sucede según la voluntad y el obrar de Dios. Juan debe aprender a aceptar esta forma de proceder de Dios. Juan mismo debe cambiar y preparar su corazón para una venida diferente. Su preparación para el camino del Señor debe incluir una puesta en orden de su propio pensamiento. Desde esta perspectiva, el tiempo de prisión del Bautista puede ofrecer una cierta bendición. Ahora, puede reflexionar sobre las nuevas piezas de la llegada del «que ha de venir» (Lc 7,19-20). Puede maravillarse de las bendiciones de Dios para su pueblo y empezar a apreciar una vez más el carácter misterioso y grandioso de la providencia del Señor.

El tiempo de Adviento/Navidad nos sitúa al comienzo de este plan, mientras esperamos y celebramos la venida del que ha de venir. Llega como un niño acariciado por una familia amorosa en un entorno humilde. Como vicencianos, estamos con Juan el Bautista en la búsqueda de conocer las profundidades de las formas en que Jesús viene entre nosotros. Escuchamos la exhortación a reconocer la presencia y el ministerio del Señor en la persona de los pobres. Y rezamos para que apreciemos su continua venida entre nosotros y a través de nosotros. Maranatha.

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