“María se encaminó presurosa”
Cant 2, 8-14; Sal 32; Lc 1, 39-45.
Ya está muy cerca la Navidad, se termina el Adviento y la Virgen María se encamina presurosa hacia una aldea de Judá.
Algo muy común que pasa en nuestros días: siempre tenemos prisa; y nos pone de mal humor la prisa, no nos permite contemplar con calma lo que sucede a nuestro alrededor. Sehaconvertidoenelmal de este siglo al grado de que llega a enfermarnos. Experimentamos prisa casi para cualquier cosa: para ir a trabajar, para llegar a la escuela, para aprovechar las ofertas en la tienda, hasta para hacer fila en las tortillas. Consideramos la prisa como algo malo en nuestras vidas. Prisa para todo, menos para acudir a misa, para ir al encuentro del Señor; aquí nos damos el lujo de “llegar un poquito tarde”.
Pero existe una “prisa” que es buena: la prisa de María, que es prisa para servir, prisa para amar; y así la prisa se convierte en una virtud.
El Evangelio nos presenta a dos mujeres llenas de prisa: una por comunicar la “Buena Noticia”, otra por comunicar al Espíritu Santo.
Que esta ya muy próxima Navidad tengamos prisa por transmitir a familiares y amigos el amor del Emmanuel que viene a vivir en medio de nosotros.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Alonso Palafox Tejeda
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