“¿Cuál de los dos hizo la voluntad del Padre?”
Sof 3, 1-2. 9-13; Sal 33; Mt 21, 28-32.
En esta escalada de Adviento, el Señor nos invita a vivir una verdadera conversión y nos pone como ejemplo el relato de estos dos hermanos que con los labios dicen una cosa y con su actuar dicen otra.
Y a pesar de que estas dos actitudes se repiten en nuestras vidas, existe una tercera actitud que, a la postre, resulta peor que la del hijo que dice “sí voy”, pero no va. Y es aquella del que dice “sí voy” pero está solo de cuerpo, no aporta nada; como aquel que recibió un talento y lo enterró para no trabajar.
Y es que el Señor no se cansa de invitarnos a trabajar en su viña, a desgastarnos en el servicio de la vida: con la esposa, con el marido, con los hijos, etc., mientras nosotros queremos regirnos bajo la ley del menor esfuerzo. Sin embargo, existe una sentencia que no podemos ignorar: “Porque eres tibio y no frio o caliente, voy a vomitarte de mi boca” (Ap 3, 16). Una sentencia terrible para quien trata de vivir bajo esta ley del menor esfuerzo. Pero el Señor nos anima en seguida con esta promesa: “Mira que estoy a la puerta y llamo, si alguno escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y comeré con él y él conmigo” (Ap 3, 20).
¡Ánimo, el Señor está cerca!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Alonso Palafox Tejeda
0 comentarios