“Muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven”
Is 11, 1-10; Sal 71; Lc 10, 21-24.
El pueblo de Israel llevaba siglos esperando la llegada del Mesías que había sido prometido por Dios y que había sido anunciado por los profetas a lo largo de la historia, pero, curiosamente, cuando llega Jesús no lo quieren reconocer como el Mesías. Y es porque ellos esperaban a alguien muy importante, rico y poderoso, que con una rebelión terminaría con el imperio romano y los convertiría a ellos, los judíos, en la nueva fuerza militar y política del mundo. Esos eran sus planes, pero no eran los de Dios.
Los que más sintieron que perdían con un Mesías que predicaba el amor, el perdón y la fraternidad entre las naciones,
fueron los ricos y poderosos de Israel, pues si ya eran importantes en un Israel pobre, cuando el Mesías guerrero llegara, ellos serían super importantes en un Israel poderoso; en cambio a la gente pobre y sencilla no le interesaba tener poder, sino sentirse amados por Dios y respetados por sus semejantes, por eso, ellos pudieron ver en Jesús a aquel Mesías que cubría sus esperanzas, a aquel al que tantos reyes y profetas soñaron con ver.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Alfredo García Rendón
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