“¿Qué quieres que haga por ti? Señor, que vea”
Apoc 1, 1-4; 2, 1-5; Sal 1; Lc 18, 35-43.
El ciego se alegra y “ve” con los ojos de la fe que su salvación viene por el camino en el que estaba sentado, y la pide a gritos. Pero “los que iban delante”, los que saben más, le dicen que se calle.
A diferencia de ellos, nosotros, como miembros de la Iglesia, estamos llamados a dar a conocer a Jesús, a ser como el que le dice al ciego que se levante pues es el Nazareno el que viene a encontrarlo en el camino de su vida.
Esto nos lleva a preguntarnos a nosotros, que ya conocemos a Jesús: ¿Somos facilitadores para el encuentro de los otros con Jesús o, por el contrario, somos obstáculo para ellos?
La narración también nos ayuda a tener la conciencia de que siempre habrá gente que quiere evitar que nos encontremos con Jesús, nos dirán:“¿No ves que lo que dice la Iglesia son puras mentiras para ignorantes?”. ¿Cómo reaccionamos? ¿Nos callamos y abandonamos la idea de buscarlo y seguirlo o, por el contrario, manifestamos nuestra fe y nos levantamos y seguimos la llamada de Cristo, pues solamente así es como podremos ver el camino para recorrerlo, dando gloria a Dios?
Señor, danos la fe y la valentía de levantarnos para seguir a Jesús.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Alfredo García Rendón
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