Han sucedido muchas cosas, estos pasados meses de verano, desde la última vez que escribí en famvin. En Canadá tuvimos la visita papal, ya que el papa Francisco vino a reunirse con los pueblos indígenas de Canadá y pedirles disculpas por las escuelas residenciales. La Covid está permitiendo que poco a poco volvamos a un estilo de vida más «normal». Una cosa que no ha cambiado es el número de nuestros conciudadanos que viven en la pobreza, que se enfrentan a un futuro incierto con poca esperanza y que piden ayuda a todos los miembros de la Familia Vicenciana.
También he apreciado cambios dramáticos en la forma en que antes veíamos el cambio sistémico y la justicia social. Los temas en los que ahora trabajamos han aumentado en número y alcance. Temas importantes como la diversidad, la inclusión y la equidad, las cuestiones indígenas, los sistemas de justicia penal, el medio ambiente y muchos más nos piden que actuemos y aboguemos por el cambio. Uno de los principales componentes que siempre nos han enseñado sobre el cambio sistémico es la necesidad de cambiar las estructuras actuales que tienden a mantener a las personas en la pobreza. Nuestras propias ramas de la Familia Vicenciana también necesitan cambiar. Aunque el cambio sistémico exige una transformación personal de nuestra propia forma de pensar, me pregunto si esto es suficiente.
Parece que también es necesario transformar nuestras propias estructuras y formas de pensar como organizaciones. ¿Tenemos una política de diversidad e inclusión que se traduce en una mayor diversidad cultural de los miembros? ¿Hemos hecho lo suficiente para comprometernos con otras organizaciones afines que puedan mejorar nuestros esfuerzos? ¿Intentamos educar a nuestros miembros sobre el tratamiento históricamente defectuoso de los pueblos indígenas en Canadá y América del Norte?
¿Ha llegado el momento de adoptar un nuevo modelo de justicia social que se adapte mejor a estas cuestiones y atraiga a nuevos miembros y voluntarios? ¿Podría este modelo ser más inclusivo con los que no tienen voz y permitir su capacidad de hablar para el cambio?
Sobre el autor:
Jim Paddon vive en Londres, Ontario (Canadá) y es un vicentino canadiense. Está casado con su querida esposa Pat y tienen seis hijas y once nietos. Jim es miembro de la Sociedad desde los años 70.
«Reconozco con todo respeto los territorios tradicionales y no otorgados de los Pueblos Indígenas, incluidas las Primeras Naciones, los Metis y los Inuit, en cuyas tierras nos reunimos, trabajamos y vivimos».
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