Creyentes, y no solo pensadores

por | Nov 3, 2022 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús es la vida y la resurrección.  Nos basta con ser creyentes en él para vencer la muerte.

El problema de la religión no está en los no creyentes, sino en los creyentes.  No está en el publicano, sino en el fariseo que le tiene en poco.  El problema no es el hijo pródigo.  Es el hijo obediente que sirve a su padre, pero no soporta decirse hermano del pródigo ni comer con él.

Y hoy aprendemos que el problema no es la clase humilde poco culta.  Es la clase sabia, a la que pertenecen los saduceos.

De ellos vienen los sumos sacerdotes, los administradores del templo y los ancianos del pueblo.  Son ricos terratenientes y comerciantes.

Y se toman por los que tienen la verdadera religión, la que da a conocer la Torá no más.  Es decir, solo admiten como fuente de doctrina los cinco libros de Moisés.  Rechazan la tradición oral que los fariseos aceptan.

Así que dan a conocer los saduceos que saben mucho de la religión.  Y se disponen de tiempo libre para pensar en un caso extraño basado en la ley de levirato.  Buscan reducir a lo absurdo o ridículo la fe de los creyentes en la resurrección de los muertos.

Sí, de tiempo libre gozan esos ricos pensadores que no tienen que trabajar mucho para ganarse la vida.  No son como los labradores y los jornaleros.

Creyentes no cerrados, pero encerrados

Niegan los saduceos la resurrección y la vida futura, pues en la Torá no se dice nada expresa al respecto.  Todas sus preocupaciones e ilusiones, pues, son no más para esta vida.

Y quieren ellos lo más y lo mejor que puedan sacar de ella.  Es por eso que toleran el acuerdo colaboracionista con Roma.  Pues ella protege los intereses de ellos con respecto al culto y los bienes del templo.  Es por eso quizá que no les gusta los saduceos el cambio.  Y se les dice que mejor que muera un hombre y no que toda la nación se pierda.

Sea lo que sea, lo cierto es que los no creyentes en la otra vida se encierran en esta vida.  En el modo de pensar y hablar de ella.  Al hablar, entonces, de la otra vida, creen que lo que se hace acá también se hace allá.

Pero Jesús no está de acuerdo.  Dice sí él a lo que dicen no los saduceos:  la resurrección, los ángeles.  Dice también que allá no se casa ni se muere.

No, no se les manda a los resucitados ser fecundos y multiplicarse.  Ni es necesario que los cónyuges sean una sola carne.  Pues mejor que esto es ser uno todos.  En Dios de los vivos que es todo en todos.  En Cristo que también es todo en todos.  Y en el Espíritu Santo.

Creyentes en Jesús

Nos decimos creyentes.  Pero, ¿no nos estancamos en las preocupaciones por las necesidades o las riquezas de esta vida?  ¿Buscamos primero el reino de Dios y su justicia?  ¿Vivimos nuestra fe de que morir con Cristo es vivir con él?  ¿De que entregar el cuerpo y derramar la sangre quiere decir resurrección?

Y si no somos de la gente sencilla que tienen la verdadera religión (SV.ES XI:120), entonces seremos parte del problema.

Señor Jesús, primicia de la humanidad resucitada, haz que los creyentes te sigamos y esperemos en ti.  No camiremos así en la sombra de muerte, sino en la luz de la resurreción y la vida.

6 Noviembre 2022
32º Domingo de T.O. (C)
2 Mac 7, 1-2. 9-14; 2 Tes 2, 16 – 3, 5; Lc 20, 27-38

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