Cada día es una nueva oportunidad para construir el Reino de Dios. Por eso, al inicio de cada jornada nos ponemos en manos del Señor para que nos ayude a hacerlo.
Cuando comienza la jornada
Ahora que comienza la jornada
ponemos en tus manos
lo que este día nos deparará:
el trabajo cotidiano,
la gente con la que nos encontraremos,
los proyectos y las ilusiones,
las risas, la esperanza,
todo lo que en él vamos a hacer
para mejorar nuestro mundo
y acercar tu Reino.
Llena, Señor, nuestra cotidiana existencia,
con la gracia de tu presencia cercana.
Necesitamos que Tú vengas con nosotros,
porque solos no podemos nada.
Gracias, Señor, en esta nueva oportunidad
que nos regalas
para hacer tu voluntad.
Te alabamos y damos gloria
en la maravilla del nuevo amanecer.
No permitas que nuestro egoísmo
gane la batalla hoy.
Danos el coraje y la voluntad necesarios
para andar por tu camino
durante toda la jornada.
Sólo así, cuando al final del día
volvamos a tu presencia, podremos decirte:
“Aquí está nuestra vida, Señor.
Tú nos la diste y a ti te la entregamos.
Nuestros frutos han crecido gracias a Ti”.
Javier F. Chento
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