“No hay nada oculto que no deba ser revelado”
Ef 1, 11-14; Sal 32; Lc 12, 1-7.
¿Por qué solemos optar por obrar en lo oculto y en lo secreto?, ¿por qué permitimos que la hipocresía se convierta en una forma frecuente de relacionarnos con los demás?
La hipocresía, ese mal hábito de esconderse de los demás, de obrar de manera contraria a los valores, de fingir sentimientos y pensamientos, es sin duda uno de los grandes males en nuestra relación con Dios y con los demás.
Hay una frase que dice: “Hay tres cosas que no se pueden ocultar por mucho tiempo: el sol, la luna y la verdad”; o lo que es lo mismo: Todo, tarde o temprano, sale a la luz. Pero tontamente creemos que una mala acción que cometemos jamás será descubierta.
Si damos espacio para que la hipocresía se haga presente en nuestra vida cotidiana, crecerá y crecerá como la levadura. Velemos para no darle cabida a esta forma de obrar que lo único que provoca es desunión, distanciamiento y pérdida de la confianza.
Hoy y cada día… seamos sinceros, claros y transparentes con Dios y con cada persona.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Pedro Alejandro Salazar Aranda
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