Gracias a Dios por medio de Jesucristo

por | Oct 6, 2022 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús es quien nos enseña de palabra y de obra a dar a Dios las justas y debidas gracias por los dones que gratis recibimos.

Rompe esquemas el samaritano que, al verse curado de la lepra, vuelve a darle gracias a Jesús.  Pues él es un extranjero al cual menosprecian y odian los judíos.  Y, con todo, hace él lo que menos se espera que haga.  Queda claro, por lo tanto, que el agradecido se ha portado mejor que los nueve judíos desagradecidos.

No, no logran los nueve cumplir las expectativas.  Y mucho, sí, se espera de ellos y de todos los judíos (véase Am 3, 2).  Mucho se les pide, ya que mucho se les ha dadoSe les ha concedido, a diferencia de los samaritanos, adorar lo que conocen, y de ellos viene la salvación.

Y de ellos son la adopción, la gloria, los pactos, la promulgación de la ley, el culto y la promesas.  De ellos también son los patriarcas, y de ellos procede el Mesías.

Dados, pues, tantos dones y su sanación, qué lástima que los nueve, judíos que son, no hayan actuado como el samaritano.  Que no hayan alabado a Dios a grandes gritos ni le hayan dado gracias al que los ha sanado.  Y no es que dar gracias o no dar gracias añada o quite algo de la gloria de Dios o de Jesús.  Es, más bien, para nuestra justificación que tenemos que dar gracias.

¿Damos gracias los que hoy nos decimos de la nueva alianza y del nuevo pueblo de Dios?

Cabe plantearse tal pregunta.  Pues podemos dejar que se nos suba a la cabeza nuestra elección.   Nuestro goce también de tantos dones, favores y promesas.  De tal forma que llegamos a creernos mejores que los demás.

Y luego, de modo lento pero seguro, nos quedamos demasiado seguros de nosotros mismos, de nuestro conocimiento, nuestra justicia, nuestra autoridad.  Y terminamos apartándonos de Dios y del prójimo.  Entonces, los que a quienes despreciamos romperán esquemas y entrarán en el reino de Dios antes que nosotros.

Pero los cristianos tenemos que dejarnos guiar por la humildad y considerar siempre mejores, más bien, a los demás.  No nos hemos de encerrar en nuestros intereses.   Y nos toca ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor, y reconocer que todo se debe a Dios.

Es clave, sí, ser humilde y pobre, aunque sea uno general del éjercito, como Naamán.  Dios justifica y ayuda no más a los humildes que se admiten con necesidad de ayuda.  Y ser humilde y pobre quiere decir dar gracias.  También, ser humilde y pobre es imitar a Jesús que no deja de dar gracias (Mt 11, 25; Mc 8, 6; Lc 22, 17-19; Jn 11, 41).  A él, al que nos da de comer su carne y de beber su sangre, miramos para quedarnos siempre dando gracias.  En él está la salvación.

Señor Jesús, haz que aprendamos de ti, que eres manso y humilde de corazón.  E impúlsanos por medio del Espíritu Santo a dar gracias a ti y al Padre.

9 October 2022
28º Domingo de T.O. (C)
2 Re 5, 14-17; 2 Tim 2, 8-13; Lc 17, 11-19

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