“Están ahí afuera y te buscan”
Prov 21, 1-6. 10-13; Sal 118; Lc 8, 19-21.
¡Qué frase tan impactante!: Quien cierra su oído a los gritos del pobre no obtendrá respuesta cuando grite (Prov 21, 13). ¿Sabías que en México el 46% de la población vive en pobreza moderada y el 10% en pobreza extrema? ¿No parece increíble que la mitad de México viva con carencia de servicios de salud, educación y alimentación?
¿Cómo podemos vivir tranquilos con una realidad como ésta? ¿Cómo queremos ser hijos de Dios mientras nuestros hermanos están ahí fuera, gritado de sufrimiento?
Dios escuchó el grito de su pueblo esclavizado y descendió a su encuentro, asumiendo su miseria para redimirla. Tenemos la invitación a formar parte de la familia divina. Si nos empeñamos en escuchar el grito de los pobres compartiremos la naturaleza divina porque a quienes lo recibieron les concedió el poder ser Hijos de Dios (Jn 1, 12).
Sólo entonces formaremos parte de la familia de Dios y seremos para los pobres madres, padres, hermanos y amigos; y ellos serán para nosotros padres, madres, abuelos o hermanos, y todos para Dios seremos hijos en el Hijo Amado.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Carlos Regino Villalobos E. C.M.
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