Oración:
¡Oh Dios, Padre amoroso! Que por tu gran bondad nos has llamado a ser Evangelizadores de los pobres, siguiendo los caminos de tu Hijo amado Jesucristo, ayúdanos, con el ejemplo de San Vicente de Paúl, a ser diligentes y audaces ante las necesidades de nuestros hermanos, con un corazón sensible ante los sufrimientos. Concédenos, por tu Espíritu Santo, ser capaces de anunciar, practicar y testimoniar el Reino de Dios en todos los lugares del mundo, para que ninguna periferia se prive del anuncio gozoso de la Salvación.
Que al contemplar a tu Hijo hecho hombre, podamos pasar de la mesa de la Palabra y de la mesa de la Eucaristía a la mesa de los Pobres, para compartir con los demás el Pan de Vida. Danos la capacidad de ser hombres y mujeres que encarnemos una verdadera espiritualidad para responder a los desafíos de hoy, en medio de esta pandemia y sus consecuencias. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén
Oración a san José
(propuesta por el papa Francisco en el año de san José)
Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen María. A ti Dios confió a su Hijo, en ti María depositó su confianza, contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal. Amén.
Padre Nuestro…
Oración a la Virgen:
(De los escritos de san Vicente de Paúl)
Santísima Virgen María ayúdanos a estar dispuestos a practicar las máximas evangélicas, te pedimos que llenemos de ellas nuestro espíritu, llenemos nuestro corazón de su amor y vivamos en consecuencia. Por tu intercesión ya que, mejor que ningún otro, penetraste el sentido de esas enseñanzas y las practicaste. Para esperar que, al vernos aquí en camino de vivir según estas máximas, nos serán favorables en el tiempo y en la eternidad.
¡Oh, santísima Virgen, pide al Señor este favor, pídele una verdadera pureza para nosotros, para toda la familia vicentina! Esta es la súplica que te hacemos. Amén.
Dios te salve…. Gloria…
SEGUNDO DÍA
Dax- 1594
Signo: Algunos libros, que representen la academia, el estudio universitario, imágenes de maestros o de misioneros dando clases.
Canción: El Corazón de San Vicente de Paúl
Iluminación Bíblica: Toma tu Biblia viajero y busca el texto Mt 13, 24-30
Reflexión:
Escuchemos a San Vicente: «Me acuerdo de que cuando era muchacho, cuando mi padre me llevaba con él a la ciudad, como estaba mal trajeado y era un poco cojo, me daba vergüenza ir con él y reconocerlo como padre. ¡Miserable de mí! ¡Qué desobediente fui!” (XI, 693).
Un pequeño joven campesino que recién deja a sus padres y hermanos y se adentra en el mundo de la educación, es un joven valiente, quizá mucho más valiente que jóvenes y niños de hoy en día que sienten miedo de salir de sus casas para encontrarse con un mundo mucho más grande que ellos. Dax, una ciudad muy cerca al mar, está llena de comodidades y de un ambiente muy distinto al de una pequeña villa francesa de donde viene nuestro joven Vicente de Paúl
Sus biógrafos nos dicen que Vicente es una persona aplicada en el estudio, y es en Dax donde conoce al Sr. Comet, un juez de su ciudad natal, y que era cercano a su familia, él viendo las cualidades de nuestro joven santo, lo respalda económicamente en sus estudios y le permite ser el instructor de sus hijos para de este modo ayudarse en la financiación de sus estudios.
Pero su paso por este mundo, un poco más acomodado, lo lleva a una de su crisis más profunda, lo hace sentirse avergonzado de su pobre y anciano padre, y desear una vida llena de comodidades y seguridades pasajeras. ¿Perderá el camino? ¿Qué pasara con Vicente en este camino? Sigamos avanzando día a día buscando su encuentro definitivo con los pobres.
Preguntas:
- ¿Qué más sabemos de este momento de la vida de San Vicente de Paúl?
- ¿Qué creemos que pueda pasar con San Vicente si se sigue sintiendo avergonzado de sus orígenes?
- ¿He sentido miedo de salir de mi ciudad o de mi pueblo para conocer lugares nuevos o experiencias nuevas?
Gozos
“San Vicente de Paúl, enciende en nosotros el fuego de la caridad”
Fuego de la caridad, desde el campo a la ciudad,
como campesino o preceptor; de misionero a fundador.
La llama ardiente de tu celo, nos pone en la misión de quitar el velo
a los esclavos y a los afligidos, a quienes damos el Evangelio.
Tus hijos e hijas llevan con pasión tu heraldo,
en el firmamento luz ponderosa de tu amor nos guía
con la fuerza imperativa de amar sin miedo,
a quien sediento por la justicia corría.
En el horizonte nos invitas a fijar mirada,
amor efectivo reclaman los pobres;
que sea nuestra caridad inventiva y cimentada
para dar a Cristo en la tierra un mundo sin distinciones.
Padre de los pobres, predicador infatigable
del celo por las almas compártenos ejemplo;
para dar a los pobres testimonio fiable
que conduzcan al hombre a verdadero templo
¡El pueblo muere de hambre y se condena!
Urge llevar el pan con justicia,
que sólo por nuestro amor
los pobres nos perdonarán.
¡Oh Vicente de Paúl! Que no se halle en nosotros
un amor que sea subjetivo, ¡donativo debe ser!,
con el esfuerzo de nuestro brazos,
y en la frente el sudor, para dar a conocer al prójimo
el amor de nuestro Dios.
Misión y Caridad son las alas
que te llevaron al cielo,
a tu entrada, pobres y ricos te esperaban.
Gozosos tu hijos, mientras Cristo te coronaba
de laureles y santidad, padre y apóstol,
la Iglesia en ti se reflejaba.
Oración final al corazón de san Vicente de Paúl:
Oh Corazón de San Vicente que sacaste del Sagrado Corazón de Jesús, la caridad que tú derramaste sobre todas las miserias morales y físicas de su tiempo, alcánzanos de jamás dejar pasar a nuestro lado miseria alguna sin socorrerla.
Haz que nuestra caridad sea respetuosa, delicada, comprensiva, efectiva como fue la tuya. Pon en nuestros corazones una fe viva que nos haga descubrir a Cristo sufriente en nuestros hermanos desventurados.
Llénanos del celo ardiente, luminoso, generoso que jamás encuentre dificultad alguna en servirlos. Te lo pedimos, oh Corazón de Jesús por la intercesión de aquel, cuyo corazón no latía ni actuaba más que por impulso del tuyo. Amen
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