“Bajó con ellos”
1 Cor 6, 1-11; Sal 149; Lc 6, 12-19.
Me gusta la sierra de Chihuahua porque tiene montañas tan altas que con sólo estirar la mano puedes tocar el cielo y al mismo Dios.
Los tarahumaras suelen sentarse sobre las rocas y pueden pasar horas mirando el barranco, como si buscaranalgoentrelosbosques. Quizáahíseencuentran a sí mismos, como si Dios se sentara en la piedra a un lado de ellos, susurrándoles que, aunque son pequeños y casi invisibles para el mundo, todo aquello que ven les pertenece y tienen la responsabilidad de cuidarlo. Entonces ellos bajan y con sus fiestas y danzas devuelven a la tierra lo que le fue arrebatado por los“hombres de razón” ávidos de poder y control.
La montaña, para ellos, es el lugar de encuentro con Dios. Pues algo similar debió pasar a los apóstoles que después de ser elevados al éxtasis del
encuentro personalísimo con Dios en la montaña, al bajar lo encontraron nuevamente con ellos, ahí abajo (no solo arriba), frente a una multitud hambrienta, pobre, y necesitada pidiendo que alguien se corresponsabilizara de sus sufrimientos.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Carlos Regino Villalobos E. C.M.
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