“¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?”
Ez 2, 8-3, 4; Sal 118; Mt 18, 1-5. 10. 12-14.
La respuesta a tal pregunta es sencilla de responder en la teoría, pero, francamente, a muchos nos cuesta la mitad de la vida asumirlo y vivirlo.
Desde que somos pequeños vamos descubriendo que las personas importantes, antes que ponerse a servir, son quienes dan órdenes. Tampoco falta quien diga que la dirección y el mando es una forma de servicio.
Casi siempre los trabajos más desgastantes e incluso arriesgados, son los peor pagados. De esta manera nos vamos convenciendo que ser importante es sinónimo de grandeza y de beneficios.
Así también lo pensaron los discípulos: ¿Quién es el más importante…? y esperaban que la respuesta hablaría de méritos y de jerarquías. Sin embargo, Jesús deja en claro que la “importancia”, el mérito y la jerarquía en el reino de los cielos es sinónimo de servicio, de hacerse el pequeño y el último.
Es la preocupación cotidiana por estar atentos a las necesidades de nuestra familia y de nuestra comunidad y el esfuerzo por ayudar a todos, lo que nos vuelve grandes ante Dios. Lo peculiar de este servicio es que no se puede pagar para que alguien lo haga en mi lugar. Nadie más que yo lo puede hacer.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Hilario Sarabia Granados, diácono permanente
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