Las fuertes lluvias que cayeron en diciembre del año pasado golpearon con fuerza los estados brasileños de Minas Gerais y Bahía, dejando a miles de personas sin hogar a causa de las inundaciones. En aquel momento y durante los meses siguientes, los vicentinos de todo el país, respondiendo a un llamado del Consejo Nacional de Brasil (CNB) de la Sociedad de San Vicente de Paúl (SSVP), salieron a auxiliar a las víctimas en una auténtica cadena de caridad, donando víveres, alimentos, dinero, entre otras cosas. Unos meses más tarde, los vicentinos, con su característica mirada de amor, se dieron cuenta de que el problema iba más allá de la ayuda de emergencia: estas personas necesitaban que se reconstruyeran sus vidas y sus hogares. Y esto es lo que se está haciendo, bajo el amparo del CNB y del Consejo Central de Nanuque/MG.
«La ayuda de emergencia fue la primera en llegar, siempre en el momento de mayor conmoción. Pero cuando terminó, quedaron, en el sur de Bahía y en Minas Gerais, familias sin hogar, destruidas emocional y materialmente. El Consejo Central se repartió con los Particulares y las Conferencias en misión, unas 20 ciudades, en un grupo de trabajo. Llegamos al barrio de Nova Alegria, en el municipio de Itamaraju, Bahía, donde casi el 90% de las casas estaban bajo el agua y nos dimos cuenta de que teníamos que ir más lejos, para hacer más. Hablé con nuestro presidente del CNB, Márcio, y enseguida entendió el problema y empezamos una campaña para recaudar dinero para reconstruir y reformar las casas de las familias que lo habían perdido todo. Escuchamos un grito de ayuda de esas personas, nos conmovió y pudimos conmover a los vicentinos de todo Brasil en una hermosa campaña», dice el consocio Rodrigo Rodrigues Pereira, presidente del Consejo Central de Nanuque.
Tras una visita sobre el terreno a varias ciudades, el equipo dirigido por Rodrigo seleccionó 109 casas en el sur de Bahía y en el Valle de Mucuri/MG para empezar a trabajar. «Con la cantidad recaudada en la campaña de la CNB, unos 350.000 reales brasileños [aproximadamente 66.000 euros], pudimos comprar los materiales de construcción y se iniciaron las obras. 38 casa ya están terminadas y las familias han podido volver a sus hogares con dignidad. Nuestra prospección inicial muestra un número muy grande de familias necesitadas, por lo que, debido a las limitaciones, tenemos que elegir los casos más urgentes», dice Rodrigo.
Una de estas familias es a de Gildeci Vieira da Silva, ama de casa de 50 años, y su madre, Jessi Gomes da Silva, de 95 años. Los dos son residentes de Jucuruçu, en Bahía, y sus casas fueron destruidas por las fuertes lluvias en diciembre del año pasado. Gidelci, a la que llaman cariñosamente Tinga, dice que su casa era sencilla, construida con ladrillos de adobe (hechos de barro, paja y agua, sin cemento), con un dormitorio, cocina y porche, sin baños. Usaba el baño de la casa de su madre, que vivía a su lado, a la que también se le inundó la casa y quedó destruída por la riada.
«Mi casa fue inundada; como la construcción es de ‘adobrão’ (término local para las casas hechas con ladrillos de adobe), se derrumbó. La casa de mi madre fue incluso peor. El agua se lo llevó todo. Lo único que quedó fue el baño y la cocina. Tenía dos habitaciones, una galería y una despensa. Todo se fue con el agua, se desplomó totalmente. Y perdió muebles, ropa, colchones. Tuvimos que vivir acogidas en casas ajenas. Yo ayudo en casa, tengo problemas de salud y no puedo trabajar. Soy viuda y tengo un hijo de 23 años que vive conmigo. Sólo somos nosotros. Así que me endeudé para comprar ladrillos y otros materiales, llamar a un albañil y reconstruir las casas», recuerda.
Durante el proceso de reconstrucción de la casa de Tinga, los vicentinos llegaron a Jucuruçu. «Conocimos la historia de ella y de su madre y decidimos ayudar. Pagamos la deuda en la tienda de materiales de construcción y compramos varios artículos para la reconstrucción de la casa de la madre. Una familia, dos casas. Dos sueños reconstruidos y no hay dinero que pueda pagarlos», dice Rodrigo, que contó con la ayuda esencial del padre Gilson Ferreira Correia.
«Si tuviera que comprarlo todo, la deuda que había contraído no haría más que aumentar. Estoy muy agradecida, primero a Dios y luego a los vicentinos, que vinieron a ver cómo estábamos. Son personas maravillosas que nos tendieron la mano», agradece Tinga.
En la secuencia de fotos, las casas de Tinga y su madre durante la inundación, después y actualmente, tras la reforma.
Otra familia auxiliada por la cadena de caridad es Daniela Ribeiro Andrade, de Carlos Chagas/MG. A los 26 años, Daniela y sus cuatro hijos ya recibían ayuda del Consejo Central de Nanuque. Las lluvias de finales del año pasado afectaron a la única habitación donde vive la familia de manera improvisada, sin ninguna estructura. Tras el siniestro, los vicentinos se pusieron manos a la obra y además de iniciar la construcción de una casa en la parcela familiar de Daniela, compraron ropa, colchones, electrodomésticos, entre otros artículos de primera necesidad para la familia. Su casa es una de las cinco que la SSVP construirá desde cero en esta primera etapa.
«Comparto la casa con mis hermanos. Me quedo en una habitación con los niños y el baño está fuera. Ahora tendré mi propia casa, con dos dormitorios, salón, cocina y baño. Si no fuera por los vicentinos no podría hacerlo. Ya necesitaba la canasta básica de alimentos, la colaboración. Mi primo es albañil y está ayudando a construir con los materiales que compran los vicentinos. Significa todo para mí. Mi sueño es dar condiciones y privacidad a mis hijos. Dormitorio, salón, cocina, baño, todo junto, con mucha gente, no es posible. No puedo pagar el alquiler. Si pudiera trabajar, lo haría, pero no puedo con los niños. Esta casa es la mayor felicidad de mi vida», dice, emocionada.
Según Rodrigo, se está llevando a cabo una campaña para seguir recaudando dinero para comprar nuevos materiales para la casa de Daniela.
Daniela tendrá una casa con habitaciones, baño, cocina y salón para dar una vida más digna a sus 4 hijos.
«Este es el carisma de la SSVP, de los vicentinos. Acudir en ayuda de los pobres, buscar no sólo dar alimentos de emergencia, sino dar una vida más digna a nuestros Amos y Señores. Por eso, al conocer los informes del consocio Rodrigo, el CNB acogió la idea y la campaña. Tenemos que ir mucho más allá en este asunto de la ayuda. Tenemos que adentrarnos en aguas más profundas y eso significa también ayudar de otras formas que no sean sólo la canasta de alimentos. Estamos literalmente reconstruyendo sueños y familias», afirma el consocio Márcio José da Silva, presidente del Consejo Nacional de Brasil.
Fuente: https://ssvpbrasil.org.br/
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