“Yo soy la Resurrección y la Vida”
Jer 26, 1-9; Sal 70; Jn 11, 19-27 (o Lc 10, 38-42).
Hoy el Evangelio nos habla de la tristeza de una familia amiga de Jesús. Marta y María acaban de perder a su hermano Lázaro y Jesús llegó tarde.
Pero, de todos modos, Jesús vuelve a la vida a Lázaro y éste es el último milagro que narra Juan en su evangelio, quien no sólo ha querido contar un milagro, sino también confirmar la Palabra reveladora de Jesús: “Yo soy la Resurrección y la Vida”; el don de la vida se presenta aquí como victoria sobre la muerte.
La honda humanidad de Jesús se refleja en su llanto por Lázaro; sus lágrimas expresan el dolor ante la pérdida de un amigo, son lágrimas de Dios ante la muerte que separa a dos seres queridos.
Jesús se dirige al sepulcro para enfrentarse a la muerte y vencerla; la vida corporal que Jesús devuelve a Lázaro es señal de la verdadera vida que concede a quien cree en él. Ante el milagro surge una doble reacción: la fe en los sencillos y la incredulidad en los enemigos de Jesús. La fe abre las puertas a la vida y la incredulidad las cierra. Para los sacerdotes y fariseos Jesús es un hombre peligroso y deciden darle muerte. A partir de ahí lo seguirán con más insistencia hasta lograrlo. Aun así, Jesús es y seguirá siendo el Señor de la Vida.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silvia Bermea Ordóñez HC.
0 comentarios