El amanecer de un nuevo día es el signo de la esperanza que vuelve a nacer, de la oportunidad de ponerse manos a la obra para seguir haciendo la voluntad del Padre. La noche, la oscuridad, es un tiempo de espera activa, de reflexión y de descanso, de ponerse en manos de Dios y confiarse a su Providencia.
A veces las «noches» duran semanas, meses, años… A veces es dificil distinguir la mano de Dios cuando nos rodean penas, guerras, dolores y muerte. Aún así, en tiempos turbulentos, los cristianos nos ponemos en manos de Dios sabiendo que él nos guarda «como a la niña de sus ojos» (Salmo 17, 8).
Cuando amanezca
Cuando amanezca volveré a agradecerte
el don maravilloso de la vida,
volveré a poner manos a la obra
para construir el Reino,
volveré a sentirme dichoso
de estar entre los tuyos,
de saberme amado por Ti, Dios mío.
Cuando amanezca,
con las fuerzas renovadas por el descanso,
sabré que tengo una nueva oportunidad
de rehacer el mundo,
siguiendo el camino
que tu Hijo me ha enseñado.
Cuando amanezca te daré gracias de nuevo
por la nueva oportunidad para la vida.
Desde la noche que cubre con su manto mi vida
te doy las gracias por el nuevo día
que me espera, para seguir amándote,
para seguir dando mi pobre existencia
en favor de los demás.
Cuando amanezca,
y desde este anochecer, tienes mi vida.
Javier F. Chento
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