Jesús toma la fuerte decisión de ir a Jerusalén para vivir su Misterio Pascual. Ser su discípulo quiere decir caminar con él hasta el fin.
Se pone en camino Jesús hacia Jerusalén. Han ido delante de él unos mensajeros para prepararle, al igual que Juan, el camino. Mientras camina, el Maestro enseña lo que quiere decir ser de su camino. Da a entender, en primer lugar, que hay que ser fuerte y valiente para caminar con él.
Desde luego, él es señal de contradicción, que hacer el bien es provocar conflictos (SV.ES I:143). Pero además de esto, se ve que su camino pasa por lugares de contradicciones. No lo reciben los que se encierran en su raza o etnia. Ni saben la razón del caminar a Jerusalén, pero igual no le quieren; andan no más con la tribu o la grey. No rara vez, ganan los estereotipos; se le juzga culpable al otro por asociación.
Con todo, «fuerte» no tiene que ver con la violencia y la venganza. No las permite Jesús. No quiere incluso que a uno se le diga «necio». Es que solo Dios lo puede llamar así al hombre; pero en un cuento no más, de modo ficticio.
Así que, para el verdadero cristiano, fuerte quiere decir débil; todo lo puede él (véase también Rom 8, 37).
Enseñanza dura y fuerte
Enseña Jesús, en segundo lugar, que ser fuerte no solo se trata de no dejarse impedir por los rechazos. Y para enseñar más, se sirve él de tres dichos cortos de la vida y de carácter recio, fuerte, agudo, desconcertante.
Hacen notar los tres dichos que ser fuerte y valiente quiere decir también no no temer la vida sencilla. Tal vida la exige el reino de Dios. Pues caminar con Jesús quiere decir ir con él de un lugar a otro para predicar la Buena Noticia. Es tener la misión de dar fuerte testimonio, de palabra y de obra, de la misericordia de Dios.
Por lo tanto, los que anuncian la Buena Noticia a los pobres no cambian las periferias por los centros grandes de las ciudades. No, no buscan poder ni honores, agasajos o ascensos; quieren servir, y no que se les sirva.
Tampoco se dejan detener en el camino por preocuparse de las cosas de este mundo. Captan, sí, que lo que más vale es el reino de Dios. Es por eso que lo buscan antes que nada. Pues tienen la certeza de que ser del reino de Dios es recibir también de él las demás cosas que necesitan.
Está de más decir que los tres dichos llaman la atención de los que los oyen. Y se graban de forma más fácil en la mente. Sobre todo, ponen en duda el modo usual de pensar y vivir.
Dicho todo esto, nos queda por decir: ¿Nos llevan tales dichos de Jesús a arrepentirnos y a creer de verdad en la Buena Noticia? A caminar con él hasta el fin, hasta entregar el cuerpo y derramar la sangre?
Señor Jesús, déjanos guiar por tu Espiritu, para que tomemos la fuerte decisión de caminar por tu senda. Y de ponernos a tus órdenes, a seguirte y a trabajar contigo.
26 Junio 2022
13º Domingo de T.O. (C)
1 Re 19, 16b. 29-21; Gál 5, 1. 13-18; Lc 9, 51-62
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