El lunes 9 de mayo de 2022, Maya Davis, estudiante de enfermería que se gradúa, pronunció el siguiente discurso en nuestra última clase de «Religión, Fe afroamericana y justicia social». El sábado 14 de mayo de 2022, trece personas fueron abatidas maliciosamente en un supermercado, en un día soleado, en mi ciudad natal, Buffalo, Nueva York. Le pregunté a Maya si podría compartir sus palabras con el mundo. Que las palabras de su boca y las meditaciones de su corazón sean adecuadas.
Durante los próximos minutos quiero centrarme en la lucha histórica para defender la dignidad humana. La definición de dignidad es el derecho de una persona a ser valorada y respetada tan solo por su humanidad. En la Biblia, la dignidad humana se ejemplifica en Gálatas 3,23-28 que dice: «Y así, antes de que llegara la fe, estábamos encerrados bajo la vigilancia de la ley, en espera de la fe que debía manifestarse. De manera que la ley ha sido nuestro pedagogo hasta Cristo, para ser justificados por la fe. Mas, una vez llegada la fe, ya no estamos bajo el pedagogo. Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús». Se nos hace creer que tanto la Biblia como las libertades americanas garantizan la dignidad de la persona; sin embargo, históricamente a los negros se les ha negado cualquier tipo de dignidad.
A principios del siglo XVII, los africanos fueron arrancados violentamente de sus hogares y llevados a un nuevo país para servir como trabajadores en régimen de servidumbre para los blancos, quienes pensaban que eran demasiado buenos para hacer el mismo trabajo por sí mismos, pero lo suficientemente ricos para comprar a otro ser humano. Los esclavizados soportaban largas jornadas de trabajo, condiciones laborales insalubres y abusos físicos y emocionales a manos de sus amos blancos. Y cuando sus almas ya no podían aceptar esta deshumanización, corrían un inmenso riesgo para escapar, y muchos perdían la vida o las extremidades al ser recapturados. Por eso me pregunto, ¿dónde quedó la dignidad humana de los esclavizados?
Desde la década de 1830 hasta la de 1960, los negros fueron asesinados a menudo como una forma de entretenimiento para los blancos. Los blancos utilizaban su necesidad de poder y aterrorizaban y mataban violenta y públicamente a los negros. Seres humanos… colgados de los árboles, decapitados y quemados vivos. En 1955, un niño negro de 14 años fue asesinado por una falsa acusación de coquetear con una mujer blanca. Incluso después de la desgarradora pérdida de su hijo, su madre celebró un funeral a cajón abierto para que todo el mundo pudiera ver la brutalidad de la muerte de su hijo, Emmet Till. Por eso me pregunto, ¿dónde quedó la dignidad humana de los cuatro mil setecientos cuarenta y tres negros, incluido Emmet Till, que fueron linchados en Estados Unidos?
Las estadísticas recientes muestran que los afroamericanos son encarcelados a un ritmo aproximadamente cinco veces mayor que los blancos. Mantener a un número desproporcionado de personas negras, principalmente hombres negros, entre rejas, recluidos de la sociedad y cumpliendo sentencias desproporcionadamente más largas, en comparación con sus homólogos blancos, es algo sistémico; la 13ª Enmienda de la Constitución apoya estas acciones. Encarcelar a jóvenes negros por delitos no violentos y violaciones de la libertad condicional hace que les resulte más difícil atender sus necesidades más básicas una vez liberados. Esto es la esclavitud moderna; y por ello, pregunto, ¿dónde está la dignidad humana para los negros que sufren la industria del encarcelamiento masivo de 81.000 millones de dólares anuales?
En 2020, George Floyd fue acusado de utilizar un billete de veinte dólares falso. ¿Cuál fue su castigo por un delito que se le imputa? Derek Chauvin, un oficial de policía de Minneapolis, utilizó su rodilla durante nueve minutos y 29 segundos para inmovilizar al Sr. Floyd. Y mientras los transeúntes permanecían impotentes en la calle gritando piedad, el Sr. Floyd se limitó a decir en vano: «No puedo respirar». Estas son las acciones de los cazarrecompensas; y por ello, pregunto, ¿dónde está la dignidad humana para George Floyd y para todos los negros que perdieron la vida tras un encuentro con la policía?
La Biblia nos insta a practicar la dignidad humana; sin embargo, la humanidad no concede plenamente este valor teológico a los miembros negros y morenos de nuestras comunidades. Gálatas nos recuerda que antes de que llegara la fe estábamos cautivos; aun así, muchos proclaman pero no garantizan la justicia para los que experimentan la opresión diaria.
Me ha resultado difícil racionalizar la falta de dignidad humana de la comunidad negra, especialmente en un país tan desarrollado como Estados Unidos. ¿Se evapora la dignidad humana al ver el color de la piel de alguien? ¿Disminuye la dignidad humana cuando aumentan los niveles de melanina al cruzar las calles segregadas de nuestra comunidad? ¿Se desvanece la dignidad humana cuando vemos rizos, crestas o mechones en nuestro más alto tribunal? ¿Se nos esfuma la dignidad humana cuando una persona negra entra en un ascensor, saluda y no recibe respuesta y ve a la persona agarrar con más fuerza su bolso?
Ante estas preguntas, les digo que miren hacia Cristo. Todos somos uno en Cristo Jesús. No racionalices las excepciones a la dignidad humana ni te conformes con las agresiones y la brutalidad a la que se enfrenta la comunidad negra, pero entiende que esa no es la voluntad de Dios. Dios se pone de parter del oprimido, no del opresor. Mateo 25,35, dice: «Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me acogisteis». Eso es lo que la Biblia nos muestra como dignidad humana. La Biblia no dice en ninguna parte que nos juzguemos unos a otros por el color de la piel. La Biblia dice que nos tratemos unos a otros con amabilidad. Sin importar el color de la piel, alimenten a los que tienen hambre; den agua a los sedientos. Y lo más importante, acojan a los que se parecen a ti y a los que no se parecen a ti, o a los que vienen de tu mismo contexto. Trata a los extranjeros con amabilidad, respeto y dignidad.
Hablando por experiencia, los últimos años han sido increíblemente difíciles para la comunidad negra. Se han perdido vidas, las protestas nos han llamado a buscar la justicia, y todavía no ha cambiado gran cosa.
Aunque la dignidad humana ha sido una lucha para mantenerla en el pasado, todavía tenemos toda la vida para trabajar por ella. Así que, como personas de fe, sigan creyendo, actuando y comportándose como si todos fuéramos uno en Jesucristo. ¿Dónde está la dignidad humana, pregunto? ¿Cómo vas a responder? Amén.
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Como profesora, me duele el corazón por los muchos estudiantes que consideran que nuestras actividades de fe no son lo suficientemente buenas. Ya no podemos hacer la pregunta «¿qué puedo hacer?». En su lugar, debemos decir: «déjame decirte lo que he hecho para garantizar la dignidad humana de mis hermanos y hermanas negros y marrones». Dios, ayúdanos.
Maya Davis, Universidad de Niágara, Clase de 2022,
presentada por
Rolanda L. Ward, Ph.D., MSW, MDiv,
profesora Asociada de Trabajo Social
directora de la Facultad, Centro Rose Bente Lee Ostapenko para la Raza, la Equidad y la Misión,
Universidad de Niágara.
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