El domingo, 15 de mayo de 2022, la Familia Vicenciana de la Región de Río de Janeiro (Brasil) organizó el 16º Encuentro de la Familia Vicenciana. Después de dos años sin encuentros presenciales, el Colegio San Vicente de Paúl, situado en el barrio de Cosme Velho, en Río de Janeiro, recibió a unos 400 vicencianos, en esta ocasión con un número restringido de participantes debido al protocolo de bioseguridad relacionado con la pandemia del Covid 19. Se realizaron  17 talleres, entre ellos: origami, formación de liderazgo, compostaje, huerta en botellas, artesanías en bandejas, juegos y pelotas, arbustos comestibles, macramé, cupcakes, maquillaje de fiesta, entre otros. Asistieron miembros de la Familia Vicenciana de las siguientes ramas: MISEVI, Sociedad de San Vicente de Paúl, Asociación de la Medalla Milagrosa, Hermanas Vicencianas de Gysegem, Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl y Congregación de la Misión.

El hermano Milton, CM, nos cuenta que impartió el taller de reciclaje de jabón: «Aprendí esta técnica de hacer jabón en Brasilia-DF. En nuestra casa sobraba mucho aceite. Lo guardé para evitar tirarlo por el fregadero. Aquí en casa, como sobra aceite, tuve la idea de utilizarlo para hacer jabón, y funcionó. Cuando me enteré de este encuentro de la Familia Vicenciana, pensé en enseñar esta técnica a los participantes. Este jabón es ideal para lavar los platos. En mi grupo hubo veinticinco personas. Les enseñé la técnica paso a paso. Lo mezclaron y luego lo pusimos en el molde. Dijeron que estaban muy contentos con este taller. Mi mayor motivación es realmente contribuir al medio ambiente. Y también para llevar este conocimiento a los más empobrecidos, para que puedan reutilizar los materiales y evitar el gasto innecesario de recursos».

María Neide, secretaria escolar del Colegio San Vicente de Paúl y miembro de los Misioneros Laicos Vicencianos (MISEVI) recuerda cuando el padre Geraldo Mól, CM, trajo la idea de los encuentros de la Familia Vicenciana: «Me dediqué todos los días de la semana a este encuentro. Desde abril, he estado trabajando en de los detalles, saliendo tarde todos los días. Al final, la sensación es de placer, al ver que la gente se va feliz. Este año ha sido muy difícil limitar el número de plazas. Muchas personas pidieron participar. Es difícil trabajar con un número limitado de personas. Mi gran preocupación es la comida. Queremos servir bien, para que todo el mundo esté satisfecho. He participado desde la primera edición del Encuentro, en todas las etapas, cuando no había ni 30 personas», recuerda.

Fuente: https://www.pbcm.org.br/