“Yo soy la vid y ustedes son los sarmientos”
Hech 15, 1-6; Sal 121; Jn 15, 1-8.
Un coche sin gasolina no funciona; el Metro, sin electricidad, se detiene; un celular sin batería se apaga; un cristiano sin Jesús no funciona, se detiene, se apaga…
El indicador de gasolina me dice cuánta tiene el tanque; así, cuando yo me ocupo solamente de lo mío y los demás no me importan, sé que no estoy unido, unida, a Jesús.
Jesús quiere quedarse conmigo, “permanecer” en mí para que yo llegue a ser plenamente persona, me pueda relacionar con los demás y juntos construir un mundo más humano, más justo, más amoroso, menos corrupto, menos egoísta. “Juntos”, es decir Él y yo: la vid (Jesús) echa sarmientos (tú), se necesitan uno al otro.
¿Y cómo le hago para llegar a esta intimidad? Entra en el silencio de tu corazón y cuéntale a Jesús tus sufrimientos, tus luchas, tus alegrías, tu vida cotidiana. Y luego, en el silencio suave, vas a percibir su respuesta. Si cada día le dedicas un momentito, Jesús y tú se van a ir encontrando y, como un amanecer, irás conociéndolo. Te vas a ir conociendo a ti mismo y encontrándolo a Él en los demás, especialmente en los más necesitados.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: María Luisa Fuentes Quesada HC
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