Durante el tiempo de Pascua, la Iglesia nos invita a renovarnos y a vivir nuestra existencia siguiendo los pasos del resucitado, dejando atrás al hombre viejo.
Concédeme el don
Señor, concédeme el don de ser como un niño
para saber mirar a los demás con transparencia.
El paso de los años han cargado mi vida
de suspicacias, temores, problemas,
cobardías, tristezas,
que me pesan como un fardo sobre la espalda.
Concédeme el don de volver al principio,
de saber confiar en los demás
de tener esperanza,
de saber compartir con limpieza
lo que de Ti he recibido.
Vuélveme niño otra vez,
para recibir de ti la promesa de felicidad.
Quítame toda desconfianza,
toda ansiedad, todo egoísmo, todo pecado,
que me impiden llegar hasta ti.
Si yo no te alcanzo, vuélvete, Señor, a mí.
Mira a tu pobre siervo
y ayúdale a ponerse en pie de nuevo,
como un padre ayuda a su hijo.
Concédeme el don, Señor,
de la vida primera de un niño.
Javier F. Chento
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