«Ya nos los llamo siervos, los llamo amigos»
Hech 1, 15-17. 20-26; Sal 112; Jn 15, 9-17.
Conocí un matrimonio joven que con entusiasmo se propuso buscar una forma de vida más desahogada. Vivían en la Ciudad de México y con mucho sacrificio se hicieron de un pequeño negocio en Cuernavaca; entre los dos iban saliendo adelante y, mientras uno se quedaba en casa con los niños, el otro se ocupaba del negocio.
Todo marchaba económicamente bien, pero ellos ya no se veían ni tenían tiempo para hablarse, para estar juntos; y su amor empezó a enfriarse, el primer lugar lo estaba ocupando el dinero. Con honestidad se lo plantearon y decidieron vender su negocito y recuperar su matrimonio; tuvieron que regresar a un departamento más sencillo. ¿Saben quién ganó? Los niños que ahora tuvieron papás, y la pareja se quiso más que antes, supieron optar.
Judas Iscariote también hizo una opción: entre su Maestro y el dinero, optó por el dinero y no aceptó la misericordia, se excluyó del grupo.
Nosotros somos discípulos de Jesucristo y esto supone una opción libre y amorosa, un proceso que a veces pide sacrificio y que necesariamente desemboca en una buena relación con los demás, en servicio al hermano y aceptación de las diferencias del otro. ¿Has optado por Jesús y su Evangelio?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: María Luisa Fuentes Quesada HC
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