Cada Semana Santa celebramos el amor que se entrega hasta la muerte en cruz, y que el Padre confirma resucitándolo.
«Dios es amor», dice la Palabra de Dios (ver 1 Juan 4,7-9). Esto es: Dios no hace más que amarnos, por mucho que esto suene en ocasiones incomprensible, pues, ¿cómo amar a quienes infringen dolor y muerte en el mundo?
Amar oculta un hondo misterio para el hombre, pero que desde la fe no podemos ocultar: Dios ama, y nosotros somos llamados a amar «como Dios».
Él siempre ama
Él ama,
Jesús ama,
Él siempre ama.
Al pobre
y al rico.
Al enfermo
y al sano.
Él ama,
Jesús ama,
Él siempre ama.
Al joven
y al viejo.
Al blanco
y al negro.
Él ama,
Jesús ama,
Él siempre ama.
Al ladrón
y al justo.
Al trabajador
y al parado.
Él ama,
Jesús ama,
Él siempre ama.
Al drogadicto,
al borracho.
A la mujer
y al hombre.
Él ama,
Jesús ama,
Él siempre ama.
A todos nosotros,
al mundo entero.
Él ama,
Jesús ama,
Él siempre ama.
Javier F. Chento
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