“Abandonaron la instrucción de la juventud, ¿y qué hizo Dios? ¿Queréis saberlo?
En ese estado caeremos también nosotros, si Dios no pone su mano.”
(San Vicente de Paúl, IX 191-195,1655.)

En el contexto de nuestra Próxima Asamblea General de la Congregación de la Misión, en un tiempo histórico y desafiante, como en los tiempos de nuestro amado Fundador, San Vicente de Paúl, se nos exige respuestas audaces y creativas para poder acompañar a los jóvenes en cada una de nuestras obras y con aquellos que están siendo parte del recambio de nuestras sociedades con todas sus instituciones.

Hoy y rumbo al quinto centenario de nuestra Congregación, los jóvenes también tienen rostro de pobres, requieren ser evangelizados y comprendidos por la cultura de la ternura y proximidad misionera, en tiempos de cambios socioculturales en las familias y sociedades. También en la era digital, se nos desafía a renovar vínculos de sanación y reparación desde nuestra pertenencia eclesial hacia una nueva manera de estar presentes, cercanos, acompañantes, dialogantes y dando testimonios interpelantes que favorezcan una renovada cultura juvenil que se cuestione y posibilite ambientes vocacionales que transiten hacia la definición de sus proyectos de vida.

En casi todas las Congregaciones y sus capítulos generales durante estos últimos años, después de haber evidenciado un rápido envejecimiento y muerte de varios de sus miembros y la falta de nuevas vocaciones, han nacido profundas reflexiones de qué hacer con sus provincias, sus obras, grandes edificios y seminarios vacíos, como también una depresión eclesial, producto del impacto de la crisis de los abusos en la Iglesia, que ha disminuido la valoración de la vocación misionera y sacerdotal así como el ambiente de sospecha permanente hacia estas vocaciones como opciones reales de consagración y felicidad para estos tiempos.

La claridad profética de la cultura de la Escucha Sinodal del Papa Francisco en la renovación de la Iglesia, desde el Sínodo de los jóvenes y su posterior exhortación “Christus Vivit”, hace que haya un discernimiento claro en las congregaciones, en hacer opciones profundas, buscar estrategias pastorales y misioneras haciendo un énfasis en el acompañamiento a los jóvenes. Como nos dice el Papa: “Los jóvenes nos llaman a despertar y acrecentar la esperanza, porque llevan en sí las nuevas tendencias de la humanidad y nos abren al futuro, de manera que no nos quedemos anclados en la nostalgia de estructuras y costumbres que ya no son cauces de vida en el mundo actual. Los desafíos están para superarlos. Seamos realistas, pero sin perder la alegría, la audacia y la entrega esperanzada. ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera! (Evangelii Gaudium n° 108, 109, Papa Francisco).

También nuestros estatutos acompañan nuestra reflexión: “El cuidado de promover las vocaciones exige de nosotros constante oración (Mt 9,37) y un auténtico, pleno y alegre testimonio de vida apostólica y comunitaria, sobre todo cuando adolescentes y jóvenes trabajan con nosotros en la misión vicentina, educando su propia fe. (Estatutos 36, Constituciones CM).

Cuando hablamos de revitalización de nuestra identidad misionera, vienen varias preguntas a nuestra mente y corazón, que son desafiantes e interpelantes para este tiempo: ¿Para qué queremos revitalizar nuestra identidad? Abrir esa pregunta reflexiva, logrará suscitar una nueva manera de autopercibirnos desde una realidad concreta, real y actual de nuestro carisma vicentino, que ponga como énfasis, una real comprensión del fenómeno de la juventud y su acompañamiento para suscitar una cultura renovada de las vocaciones? ¿Podremos tomar durante esta asamblea general, un nuevo impulso que permita abrir y renovar las estructuras provinciales y locales en las cuales tanto creemos como recetas seguras, pero que fueron pensadas para otros tiempos, otros jóvenes y otras realidades misioneras?

Entonces aquí podemos iniciar un proceso de revisión vinculante y desafiante, no solo de nuestras Constituciones que ya van a cumplir 40 años y que fueron pensadas en otro escenario eclesial, sino también las líneas de acción que nos proponga la asamblea general, que nos ponga a todos en un proceso de acompañamiento entre nosotros, para cuidarnos y revitalizarnos a nosotros como a toda la comunidad, para fortalecer después a los jóvenes con nuestros testimonios.

Uno de los aspectos que nuestros hermanos más jóvenes, tanto en nuestras pastorales como en nuestros seminarios, están muy atentos, es si somos coherentes con aquello que predicamos, hacemos y promulgamos. Ellos son los primeros que se dan cuenta de la pandemia de la mediocridad al interior de nuestras realidades y exigen que no les atemos cargas pesadas que nosotros no somos ni siquiera capaces de llevar, es ahí que la revitalización de la identidad tiene una perspectiva ad instra y ad extra en las provincias y en las formas en como proyectamos nuestra realidad misionera hacia los más pobres.

Por eso, esta Asamblea general, tiene la tarea profética de proponer un Énfasis o Línea de un Acompañamiento profundo y permanente de toda la Congregación a las Juventudes, como una manera de consolidar el camino iniciado por la Cultura Vocacional, pero comprendiendo a cabalidad, quienes son esos DESTINATARIOS, esas personas, esas realidades, en definitiva, JÓVENES, que quieran participar con nosotros, tanto en la renovación y lucha por estructuras justas que liberen a los pobres como a una apuesta misionera que cree sensibilidad vocacional tal, que permita y desarrolle una pasión misionera, capaces de proyectar la renovación.

Álvaro Tamblay CM
Provincia de Chile