“Dios hace grandes cosas por nosotros“
Is 43, 16-21; Sal 125; Flp 3,7-14; Jn 7, 1-2.10. 25-30.
Este domingo concluimos la preparación para disponernos a compartir el Misterio de nuestra Salvación. Conclusión que abre con un cántico de esperanza: miren que realizo algo nuevo: ya está brotando ¿no lo notan? ¿Qué mejor y más grande novedad que la resurrección de Jesús? Teniendo a la vista la novedad que es Cristo, nos corresponde correr hacia ella como la única meta de la vida, así le pasó a san Pablo.
¿Cuál es la razón de nuestra vida? ¿Qué atrae nuestro corazón, nuestra existencia?
Jesús no deja que hagamos castillos en el aire; al reflexionar el Evangelio descubrimos que hacia él hubo sospecha, intriga, incomprensión de parte de sus contemporáneos. Pero a los otros, ¿qué los atraía hacia Jesús?
Vicente de Paúl lo expresaba así: ¡Oh, Salvador! ¡Qué negocio tan importante de revestirse del espíritu de Jesucristo! Quiere decir que, para perfeccionarnos y atender útilmente al pueblo, hemos de esforzarnos en imitar la perfección de Jesucristo y procurar llegar a ella. Esto significa también que no podemos nada por nosotros mismos.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Alicia Margarita Cortés C. HC
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