A lo largo de los siglos, el episodio de Moisés y la zarza ardiente ha figurado en la experiencia religiosa de muchos. Tal vez no en su forma exacta de árbol ardiente e inextinguible, pero sí en el sentido más amplio de una energía que se mantiene. Piensa en esos distintos tipos de testimonios de una fuerza que va más allá de la propia, una resistencia que no puede explicarse sólo por lo que aporta.
¿Hay momentos en los que nunca imaginaste cómo salir adelante y, sin embargo, lo hiciste, manteniéndote a flote gracias a algo extra que no eras tú solo? Esa es la experiencia de la zarza ardiente, la conciencia de un «algo más» que seguía ardiendo cuando tu propia energía se agotaba.
Pero tan importante como la llama es lo que viene después, la respuesta a esta infusión de energía. En el caso de Moisés, es la misión que asume para sacar a su pueblo de los desiertos de Egipto hacia la Tierra Prometida. Consciente de que está recurriendo a algo más que sus propias fuerzas, se da cuenta de que es un conducto de la compasión de Dios por su pueblo cautivo. La respuesta de Moisés está impregnada de la conciencia de que su liderazgo se alimenta de un lugar más profundo.
¿Puedes pensar en ocasiones en las que te has preguntado cómo has podido salir adelante?
Hablé con un marido que recordaba una época muy difícil en su matrimonio. Él y su mujer ya no encontraban motivos para seguir juntos y empezaron a buscar una salida. Pero, por diversas razones, superaron su estancamiento y pudieron empezar de nuevo. Su comentario: «Sé que no habríamos podido hacerlo solos. El Señor tuvo que estar ahí».
Lo que no mencionó fueron las siguientes medidas que tomaron justo después de su resolución; es decir, el asesoramiento matrimonial, el cambio de comportamiento, el paso atrás para replantear su relación. Convencidos de que las cosas no tenían remedio, de alguna manera salieron adelante. Fue el «de alguna manera» lo que recordó el marido.
¿Hay experiencias de arbustos ardientes en nuestras propias vidas, cosas que hemos superado pero que no sabemos cómo? ¿Instancias en las que dimos el siguiente paso y, al mirar atrás, nos dimos cuenta de que tenía que haber algo más en el panorama, alguna energía ascendente que no produjimos por nuestra cuenta?
En una carta de 1646, Vicente aconseja a uno de sus sacerdotes que se apoye en ese «algo más»: Así pues, no te detengas más en lo que eres, sino considera a Nuestro Señor cerca de ti y dentro de ti, dispuesto a poner su mano en la obra tan pronto como le pidas ayuda, y verás que todo irá bien.
Para las personas que pasan por un momento difícil, a menudo hay alguna imagen memorable que iluminó su camino y los llevó al otro lado. Moisés tenía ese fuego inexplicable. ¿Qué imagen o experiencia tuya podría encajar en ese patrón? Un momento en el que, mirando hacia atrás, supieras que tenía que haber ese algo añadido, ese factor o fuerza que era más que la suma de tus propias fuerzas.
Puede que nos vengan a la mente palabras como las de Moisés al recordar ese algo extra, ese «alguien más». «Aquí estoy«, respondió. Y rompiendo sus propios miedos, sale a proclamar a los israelitas: «El Señor, el Dios de vuestros padres y madres, el Dios de Abraham y Sara, de Isaac y Jacob, me ha enviado a vosotros«.
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