“¿Cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano?”
Dn 3, 34-43; Sal 24; Mt 18, 21-35.
«¿Hasta siete veces tengo que perdonar?”, preguntó Pedro a Jesús. San Pedro sabía desde niño lo importante que era el número siete: los días de la creación, los atributos de Dios, las fiestas de Israel o los brazos que tiene la menorah, y por eso le cuadraba muy bien el número siete a la hora de aplicárselo al perdón. “Nada de ojo por ojo, diente por diente –pensaría Pedro–, había que ser generosos”. Entonces decidió dar pruebas de su magnanimidad ante el Maestro: “Fíjate en lo generoso que soy, ¡estoy dispuesto a perdonar a mi hermano hasta siete veces!”. Y cuando esperaba una palmada de aprobación en la espalda, se encontró con aquel “setenta veces siete” de Jesús, unos números que lo lanzaban lejos de la orilla y lo empujaban a lo desmesurado y desconocido, invitándolo a zambullirse en el mar sin orillas que es el amor de Dios.
Jesús lo invitó (y nos invita a nosotros hoy) a no poner medida a la misericordia de Dios para, de la misma manera, no poner medida a nuestra bondad, paciencia y perdón para con el hermano. Lo invita y nos invita a adentrarnos en el mar profundo del evangelio y sus proyectos desmesurados. A lo mismo nos invitará Jesús desde la cruz.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón S. C.M.
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