Sor Kristina, ¿puede hablarnos de la historia de su Congregación y de la figura central de su fundadora, la madre Leopoldina Brandis, Hija de la Caridad, que tuvo la intuición de crear una nueva Congregación?
Los inicios de nuestra Congregación se remontan a mediados del siglo XIX: el día de la fundación es el 16 de julio de 1878. Ese día, la madre Leopoldina Brandis, hija de la Caridad, entregó el hábito a las tres primeras jóvenes. Unos años más tarde, viendo que el instituto se desarrollaba bien, escribió también la Regla para su vida. Esta institución fue concebida para ayudar a los enfermos en sus hogares (atención domiciliaria). Las hermanas, llamadas «jóvenes enfermeras», podían quedarse con ellos incluso de noche y durante largos periodos de tiempo. Durante los primeros 50 años trabajaron bajo la dirección de las Hijas de la Caridad. En 1926 se formó una congregación independiente en Liubliana (Eslovenia), denominada Congregación de las Hermanas de María de la Medalla Milagrosa, desde 1940 de derecho diocesano y desde 1977 de derecho pontificio.
En los primeros años de su fundación en Eslovenia se les llamaba las «Hermanas Enfermeras». ¿Cómo se lleva a cabo hoy día su servicio a los enfermos?
El cuidado de los enfermos siempre ha sido una actividad fundamental de las Hermanas de María de la Medalla Milagrosa; siempre nos ha hecho reconocibles, pero las formas de llevarlo a cabo han cambiado con el tiempo. Además de atender a los enfermos en sus casas, las hermanas aceptan trabajar en residencias de ancianos y también en hospitales. Algunas hermanas también se dedican a la educación. Hoy día, como muchas otras congregaciones activas, estamos sufriendo la falta de vocaciones.
¿Dónde llevan a cabo su ministerio en la actualidad?
Nuestra Congregación está conformada por las dos provincias de Eslovenia y Croacia, con una delegación en Benín; las Hermanas de María están también presentes en Italia, Bosnia y Herzegovina, Eslovaquia y Ucrania.
En este difícil período causado por la pandemia en el mundo, ¿qué consecuencias ha tenido en su servicio? ¿A qué necesidades se ha enfrentado?
En la primera ola de infecciones, nuestra principal preocupación era proteger a los ancianos de nuestras residencias y a las hermanas mayores de nuestras comunidades, ya que eran la población más sensible. También nos ocupamos de los sin techo que, de la noche a la mañana, se quedaron sin nada. Hoy, gracias a las posibilidades de vacunación, las preocupaciones se han suavizado un poco y la vida vuelve a fluir con más normalidad.
Sor Kristina, ¿puede dejar un mensaje espiritual para nuestros lectores y visitantes del sitio web?
Las diversas pruebas en la vida personal y social son siempre un reto para el ser humano, porque en ellas se ponen a prueba las propias raíces. Si éstas se cultivan profundamente y se alimentan del Agua Viva, las pruebas nos fortalecerán y no nos faltará el celo para continuar en el camino que nos trazaron San Vicente de Paúl y la Madre Brandis.
Elena Grazini
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