“Le llevaron toda clase de enfermos”

1 Sam 3, 1-10. 19-20; Sal 39; Mc 1, 29-39.

La primera y principal preocupación de todo ser humano es cuidar la salud. Por eso tememos tanto a las enfermedades. La enfermedad es siempre una limitación: de la salud, del bienestar, de la alegría de vivir, de la felicidad. Y es también una amenaza para la vida y, en no pocos casos, el anuncio de su final, más o menos cercano. En esto coincidimos todos los seres humanos.

Ahora se entiende que la primera preocupación de Jesús fuera la curación de enfermos, como hemos podido apreciar en el evangelio de hoy. Para Él, todas las enfermedades eran objeto de atención y de curación: las del cuerpo y las del espíritu.

En torno al cuidado del otro, Jesús fue construyendo “su espiritualidad”. En efecto, resulta bastante evidente que los evangelios hablen de este tema mucho más que de la piedad, del culto religioso, de los ritos y las ceremonias, de las doctrinas ortodoxas o de las censuras para extraviados. Impresiona ver cómo la “religiosidad” de Jesús coincide con lo más básico y primario de nuestra propia humanidad.

El Reino de Dios no es una estructura artificial, sino algo que se puede encontrar en la esencia de la condición humana.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Francisco Javier Álvarez Munguía C.M.