Desde un punto de vista vicenciano: Viajando juntos – José y María

por | Dic 23, 2021 | Formación, Patrick J. Griffin, Reflexiones | 0 comentarios

El papa Francisco ha resuelto que un énfasis en nuestra comunidad católica para los próximos años centrará nuestra atención en el concepto de «sinodalidad». Confieso que no encuentro la noción de «sínodo» muy romántica o inspiradora. Me parece técnica y legislativa. Y, la «sinodalidad» parece recién acuñada. Sin embargo, el papa Francisco ha lanzado una convocatoria. Un énfasis continuo en nuestra comunidad de fe dirigirá nuestra atención a estos términos y otro conceptos relacionados. Nuestro Santo Padre ha escrito:

La sinodalidad es un estilo, es un caminar juntos, y es lo que el Señor espera de la Iglesia del tercer milenio. . . . Es un [esfuerzo] eclesial que tiene un alma que es el Espíritu Santo.  (29 de noviembre de 2021; 19 de octubre de 2021)

Aprecio y apoyo la intención del Santo Padre, y me siento atraído por el espíritu y la dirección que capta el «caminar juntos» (como traducción de «sinodalidad»).  Estas palabras unidas tienen un rico significado, exigen reflexión e invitan a la participación. El proceso nos implica en la escucha, en la búsqueda del Espíritu Santo y en la renovación personal. Siento la necesidad de todas estas acciones en mi vida.  ¿Cuán dispuesto estaré a convertirme en ese nuevo y mejor compañero de viaje?

Como es mi costumbre, a lo largo de este año voy a estar especialmente atento a los relatos bíblicos que implican viajar juntos. Me permitirán comprender mi escucha de la Palabra de Dios al permitirme un enfoque particular. La noción de «viaje» en los relatos no significa necesariamente el movimiento físico de un lugar a otro —aunque eso puede llamar mi atención inicialmente—, sino el cambio de pensamiento que se produce cuando las personas se atienden abiertamente unas a otras, o no lo hacen. Puede tratarse de una profundización, de una elevación o de una reflexión más amplia sobre cuestiones de nuestra fe.

Al emprender este proceso, me parece que lo más apropiado en esta época es comenzar con el viaje juntos de María y José. Seguimos la historia que se abre con las palabras de un ángel, el abrazo único de la voluntad de Dios y la acción del Espíritu Santo. Todo ello contribuyó a cambiar el viaje original que la santa pareja había planeado juntos.

Embarazada de ocho meses, María viaja con José a Belén. Podría haber deseado que, al nacer su hijo, estuviera rodeada de su madre y de las mujeres de Nazaret. Pero no fue así. En su lugar, se embarca en un difícil viaje junto a José. En el camino, aprenderán a depender cada vez más el uno del otro. El niño nacería con la ayuda de José y de quien estuviera presente con ellos en el establo. Su principal recurso sería el otro, y pronto su viaje juntos se vería incrementado con una pequeña y especial presencia.

Haber dedicado el año pasado a reflexionar sobre José, proporciona una bendición especial al considerar el viaje juntos de María y José. Pensar en sus dones especiales añade aún más sustancia a la consideración de la Sagrada Familia. Durante el resto de la historia bíblica que se refiere al crecimiento de Jesús hacia su ministerio público, los tres estarían unidos. Viajan como una sola familia a Belén, huyen a Egipto, vuelven a Judea, se instalan en Nazaret y peregrinan a Jerusalén. No podemos separarlos en la narración de la historia. Escucharon, aprendieron, vivieron y amaron como una sola familia. Verdaderamente, viajaron juntos.

Nos enseñan la importancia de depender unos de otros.  Nos invitan a estrechar lazos como comunidad católica y como Familia Vicenciana.

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