“Ven Señor y haz justicia”
Sab 6, 1-11; Sal 81; Lc 17, 11-19.
El día de hoy el evangelio nos muestra a un samaritano, ahora mezclado entre los leprosos que piden a Jesús se apiade de ellos. En aquel tiempo, lo sabemos, los samaritanos no eran bien vistos por los judíos en general y, no obstante, frecuentemente Jesús los refería como necesarios en la construcción del Reino. Recordemos, por ejemplo, a la samaritana que dialoga con Jesús junto al pozo y quien podría representar al verdadero discípulo que escucha y acoge el Evangelio; de igual manera aprendemos de la vida solidaria y bondadosa del samaritano que se apiada de aquel a quien asaltaron y golpearon. Ahora, el samaritano que regresa a Jesús después de su curación, sería el digno representante del cristiano que tiene ojos para reconocer el actuar de Dios en medio de la indigencia y necesidad.
Recordemos que la fe no es exclusiva de un grupo selecto. La fe es un regalo de Dios que se ofrece a todos por la acción del Espíritu, y es responsabilidad de cada persona cultivarla y sobre todo encaminarla por las rutas que conducen al Señor.
Una persona agradecida refleja hoy su cercanía a Jesús. Que seamos personas agradecidas y sepamos en la contemplación marcar las pautas para ser cristianos de acción.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Vicentino de Tlalpan, Ciudad de México
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