“Condúceme Señor por tu camino”
Sab 1, 1-7; Sal 138; Lc 17, 1-6.
Jesús nos pide tener responsabilidad en cuanto a nuestro comportamiento personal, pues el escándalo, sobre todo frente a aquellos que son inocentes, merece un castigo ejemplar. Es una llamada de atención para todos los que tenemos la responsabilidad de ser guías (papás, maestros, catequistas, sacerdotes…), de llevar a otros a conocer y creer en el evangelio de Jesucristo.
Sin embargo, más que evitar los escándalos, Jesús nos pide ser personas misericordiosas, que sepamos perdonar, que no nos fijemos en los errores del otro; al contrario que sepamos que todos tenemos errores, comprendamos y perdonemos. Jesús pone de manifiesto que todos somos hijos de un mismo Padre y que, como tales, debemos vivir y relacionarnos. Es por eso que la misericordia de Dios nos llega de la mano del perdón al prójimo. Esperamos que la fe nos ayude a mover montañas, pero poco nos preocupamos por mover nuestro corazón. Jesús conoce la dureza de nuestro corazón, pero también es consciente del esfuerzo que realizamos día con día para alcanzar la verdadera fe en él. “Señor, aumenta nuestra fe”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Vicentino de Tlalpan, Ciudad de México
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