“El que persevere hasta el final, ese se salvará”
Rom 5, 12. 15. 17-19. 20-21; Sal 39; Lc 12, 35-38.
El evangelista nos muestra a Jesús caminando con sus discípulos hacia Jerusalén, hacia su Pascua de muerte y resurrección.Y en este camino les educa confiándoles lo queél mismollevaen su corazón, las actitudes profundas de su alma. Entre estas actitudes están el desapego de los bienes terrenos, la confianza en la providencia del padre y también la vigilancia interior, la espera activa del Reino de Dios (nos dice el Papa Francisco). Esta espera activa, para Jesús no es otra que la espera de la vuelta a la casa del Padre; para nosotros es la espera de Cristo mismo, que vendrá para tomarnos y llevarnos a la fiesta sin fin, como ha hecho con su madre María Santísima.
Este evangelio quiere decirnos que el cristiano es alguien que lleva dentro de sí un deseo profundo de encontrarse con el Señor y con sus hermanos, compañeros de camino.Y en este camino, invitarnos a ser servidores de Dios que tienen la túnica ceñida, es decir, que están preparados, atentos y vigilantes.
La salvación no es cosa de un día, debemos vivir responsablemente para que el Señor no nos sorprenda cuando menos lo esperemos. Es más prudente seguir el consejo de Jesús y estar en actitud de espera activa:“El que persevere hasta el final, ese se salvará”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Guillermina Vergara Macip, AIC México
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