Somos uno

por | Oct 2, 2021 | Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Nota importante: Esta es la segunda reflexión de una serie en la que compartimos la experiencia de MISEVI sobre las seis características vicentinas que guían nuestra misión. Nuestra segunda reflexión es de Asunción, quien es parte de Misevi Venezuela y miembro del Equipo Internacional.

Participación de los misioneros en la condición de los pobres, para que no solo asistamos a su evangelización, sino que nosotros mismos seamos evangelizados por ellos.

El ser un verdadero evangelista, es de mucha dedicación. Pero el evangelizar requiere de una buena actitud de verdaderos cristianos, que deseamos comunicar el mensaje de Dios. Muchos de nosotros comentamos, anunciamos o más aun; les comunicamos a las personas que Dios les ama. En si todos podemos evangelizar y más aun si ponemos un esfuerzo y empezamos a orientar y organizar nuestros conocimientos y motivemos a otros a ser parte de este ministerio que engrandecería la obra de Dios. Recordemos que estamos en los tiempos que muchos desconocen la verdad de Dios, atreves de las escrituras.

Es momento de ser consientes y poder ejercer esta labor maravillosa: el de evangelizar, distribuir el verdadero mensaje, el de hacer llegar a la puerta de la salvación las almas perdidas. Hoy muchos mueren sin conocer realmente a Jesús, hoy muchos entregan su vida a ciertas prácticas e ideologías humanas que sirven a ellos mismo y no al señor. Por eso es necesario que seamos  conscientes y tomemos desde ahora la importancia de evangelizar bien a una persona o un grupo de personas que Dios disponga a diario en su maravillosa vida. Pero ¿Cómo ponerlo en práctica? O ¿Cómo ejercerlo? Son preguntas fuetes y serias a la hora de tomar la decisión de  ser un buen misionero, pero lo más importante es tener la disponibilidad y sobre todo vivir en la condición de pobres para así estar en sintonía con cada persona que se vaya a evangelizar.

El momento más hermoso como misioneros es; cuando sentimos que no solo somos evangelizadores sino que somos evangelizados convirtiéndonos en verdaderos siervos de Dios cuando internalizamos a la luz de las escrituras sin engaño e injusticias cumpliendo la ley de Cristo o sus enseñanzas tal y como Dios manda en su palabra. Es allí donde comprendemos y hacemos comprender que los mandatos de Dios están en nuestras vidas y en esa iglesia donde existe Justicia y verdad en Cristo. Los que No ignoran las escrituras sagradas sus balanzas la tienen bien definidas gracias a la entrega de el buen corazón y lectura exacta de la palabra de Dios y así poder entender muy bien los mandamientos de Dios atreves de Cristo Jesús.

Hay que tener en cuenta algo muy importante que,  evangelizar comienza por el respeto de la dignidad del otro. La «dignidad» le es intrínseca al hombre por ser persona humana; la persona es lo más digno entre las criaturas

Dejarnos evangelizar por los pobres: Hay una pobreza que no es deseable. La del hambre y la miseria. La de quien no llega al fin del mes (o al final del día). La de los niños descalzos y las mesas sin pan. No se puede jugar a hacer poesía con esa pobreza, sino luchar, como mejor sepamos, para acabar con ella.

Hay otra pobreza necesaria. La de quien no se siente omnipotente y no camina con aires de autosuficiencia. La de los sencillos, los humildes, los que no andan por ahí como si el mundo les perteneciera. De esto se trata ahora. De saber desprenderse de las riquezas que nos atan, nos encierran y nos alejan de Dios…

El pobre parece romper la barrera del poder, de la riqueza, de la capacidad y del orgullo; quitan la cáscara con que se rodea el corazón humano para protegerse. El pobre revela a Jesucristo. Hace que el que ha venido para “ayudarle” descubra su propia pobreza y vulnerabilidad; le hace descubrir también su capacidad de amar, la potencia de amor de su corazón. El pobre tiene un poder misterioso; en su debilidad, es capaz de tocar los corazones endurecidos y de sacar a la luz las fuentes de agua viva ocultas en su interior.

Es la manita del niño de la que no se tiene miedo pero que se desliza entre los barrotes de nuestra prisión de egoísmo. Y logra abrir la cerradura. El pobre libera. Y como evangelizadores esta es la mejor manera de vivir entre los pobres desde su realidad

Los pobres evangelizan. Por eso son los tesoros de la Iglesia.

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