“El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? …
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor”
(Salmo 26)

Estas palabras del salmo 26 son las que en estos días desde el sábado 14 de agosto animan nuestro servicio y nuestro día a día.

El Señor es nuestra luz y salvación, no debemos temer, aunque el sufrimiento de este pueblo parezca no tener fin, aunque como dice el Cántico de Habacuc “la higuera no echa yemas y las viñas no tienen fruto, aunque el olivo olvida su aceituna y los campos no dan cosechas, aunque se acaban las ovejas del redil y no quedan vacas en el establo, yo exultaré con el Señor, me gloriaré en Dios mi salvador. El Señor soberano es mi fuerza, él me da piernas de gacela y me hace caminar por las alturas.” (Ha 3, 17-19)…. El Señor nos acompaña y acompaña a nuestro pueblo de Haití.

El sábado 14 de agosto, cuando la mayoría de las Hermanas nos disponíamos a volver a nuestras comunidades después del retiro anual, el país se vio golpeado una vez más por la desgracia, por un grave temblor de tierra de 7,2 grados en la escala de Richter que afectó a los departamentos del sur del país: Sud, Nippes y Grand-Anse.

Estos departamentos habían sufrido grandemente en el 2016 por el azote del Ciclón Mathew, y cuando empezaban a recuperarse… este terremoto ha echado por tierra la vida y la esperanza, la alegría y el trabajo de tantos hermanos haitianos.

La Compañía de las Hijas de la Caridad aunque no tenemos ninguna comunidad en la zona sí que desde el primer momento contactamos con los obispos de las diócesis afectadas para ofrecer nuestra colaboración. Ellos nos dirigieron a dos localidades: L´Asile en el departamento de Nippes y Jean Bellune en el departamento de la rand- Anse.

Se organizaron equipos que fueran rotando para acompañar y ofrecer nuestro pequeño granito de arena en la atención de salud y apoyo de las necesidades básicas: alimentos, agua, artículos de aseo, toldos,…

Durante estas semanas de servicio en estas localidades hemos podido comprobar la sencillez y la fe fuerte de estas gentes pobres pero generosas. Y descubrir las grandes necesidades que presentan: ausencia de una atención de salud, falta de agua potable, economía de subsistencia, alojamiento destruido o muy dañado por el terremoto,…

En este momento la necesidad más básica y urgente es la ayuda para la reconstrucción de sus viviendas de forma segura y de calidad para impedir que en caso de un nuevo seísmo se vean afectadas. También estamos queriendo apoyar proyectos de promoción en la agricultura y cría de ganado que son las fuentes básicas de sustento  de la economía familiar en la zona: cría de cabritos, apoyo en la compra de semillas,…

Para Jean Bellune una urgencia es el tema del agua, pues carecen de este servicio básico. Recogen el agua de la lluvia para poder subsistir. La vegetación de esta zona nos evidencia que tiene que haber agua, falta identificar dónde. Soñamos con que se logre hincar pozos de agua y tengan acceso a tan preciado líquido, lo que cambiará sus vidas…

Querida Familia Vicentina, unidos podemos lograr que los más pobres vivan con dignidad. Si apoyamos las distintas propuestas de promoción el cambio sistémico será una realidad para estas comunidades. ¡Juntos podemos hacer la diferencia!

El amor es inventivo hasta el infinito nos decía San Vicente, y ¡La Caridad de Jesucristo nos apremia!….en este momento nos apremia aún más a dar una respuesta a estas necesidades…. Pidamos al Señor ilumine y guie nuestros pasos para poder responder con creatividad, valentía y audacia en este momento de dificultad junto al pueblo que sufre.

Sor Mónica de Juan Sánchez, Hija de la Caridad,
Haití