Celosos por la casa, el reino, de Dios

por | Sep 23, 2021 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Celosos se muestran Juan y Josué.  Juan tiene celo del grupo al que ha dado Jesús el poder de echar demonios.  Y Josué, de los presentes en la tienda para recibir parte del espíritu de Moisés.

Y se les da a conocer pronto a esos celosos que el celo no se ha de teñir de exclusivismo.  Pues que sí, una cosa es el celo, y otra, el celo indiscreto que oculta el amor propio (RCCM XII:11).

Y el amor propio, a su vez, los lleva a los celosos en exceso a un rigor tambien en exceso.  También los hace buscar utopías.  Y si los demasiado celosos no logran las metas que están más allá de sus fuerzas, ¿no quedará apagada su fuego?

No nos cuesta, no, llegar a creer que se trata de nosostros, de nuestra afiliación, formación y habilidades.  Y que, por éstas, todos se han de centrar en nosotros.  Pero pensar así sería cometer «un robo» (SV.ES VII:250).  Nos conviene, por lo tanto, que se nos aclare que los que cuentan son Dios y sus dones.  Y que éstos no conocen límites ni fronteras, y que el celo, éste lo contagia Jesús (EG 266).

Y, sí, una cosa no se ha de perder de vista.  A saber, profetizar todo el pueblo y recibir él el Espíritu vale más que ser de los profetas de modo público.  Hacer milagros en nombre de Jesús cuenta más que ser de él de forma expresa.  Y son de Cristo tanto los no reconocidos cristianos como los reconocidos que hacen lo que él.

Celosos y acogedores de todos

Los dones son para el bien de todos (1 Cor 12, 7).  Se nos dan para que se haga más grande y acogedora la casa de Dios, por la escucha de la palabra, y libre de demonios.  Pues quiere él que sea ella una casa de oración para todos (Is 56, 7; véase también Sal 86).  Y que sobre ella se derrame el Espíritu que sopla donde quiere y rompe esquemas (Jl 3, 1; Jn 3, 8).  Es por eso que profetizarán los hijos e hijas, soñarán sueños los ancianos y verán visiones los jóvenes.

También serán sabios los pastores para que lideren y sirvan con santidad y justicia (Sab 9, 3).  El bien preparado confiará en Dios (SV.ES II:243).  Y no se hinchará de la soberbia que aparta y hace caer a los débiles.  Los reunirá y edificará, más bien, por el amor (1 Cor 8, 1; RCCM XII:8).

Y de todas las formas se les servirá a los pequeños con colaboración (SV.EN XI:393).  Por ellos además se entregará el cuerpo y se derramará la sangre (SV.ES III:359).  Del mismo modo que lo hace el justo que se calla ante los asesinos.

Señor Jesús, danos tu Espíritu que nos enseñe a hacer lo que decimos al llamar «Padre nuestro» a Dios.  Haz que seamos celosos no solo del bien de la Iglesia o de nuestro grupo, sino de todos.  Pues son ellos nuestros hermanos y hermanas. 

26 Septiembre 2021
26º Domingo de T.O. (B)
Núm 11, 25-29; Stg 5, 1-6; Mc 9, 38-43. 45. 47-48

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