“El Señor sostiene mi vida”
Sab 2, 12. 17-20; Sal 53; Sant 3, 16-4, 3; Mc 9, 30-37.
El tono de la liturgia de la palabra de este domingo es muy parecido al del domingo anterior. Jesús pronuncia un nuevo anuncio de su pasión y, de nuevo, ofrece una instrucción a los apóstoles: sólo desde la humildad y el servicio se puede acceder al conocimiento de Jesús y de su proyecto para el mundo. La ambición y los deseos de protagonismo por los que discuten los discípulos, solo generan luchas y conflictos al interior de la comunidad. Los cristianos estamos llamados a sembrar la paz, una paz que sea capaz de dar frutos de justicia, misericordia y compasión.
En nuestro diario acontecer estaremos siempre tentados por estos deseos de poder y bienestar, debemos aprender a superarlos recorriendo los pasos de Jesús por los caminos de la humildad y del servicio. Ser humildes y ponerse al servicio de los demás no es sencillo y, además, no es algo muy bien visto por nuestra sociedad actual. Esta disposición solo se alcanzará desde una vida en la que la oración y la contemplación sean frecuentes. Puestos en oración, pidamos al Señor su luz y su fuerza, para que sostenga nuestra vida.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: César Lara Rincón C.M
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