“Ni en Israel he encontrado tanta fe”
1 Tim 2, 1-8; Sal 27; Lc 7, 1-10.
Grande tuvo que ser el amor del centurión romano por su criado. El mismo texto nos dice que “lo estimaba mucho”. Siendo así, podemos imaginar que había empleado tiempo y recursos para procurar su mejoría sin ningún resultado. Al parecer solo le queda acudir al “Maestro de Galilea”, del que seguramente había oído hablar.
El episodio de hoy nos da a conocer que Jesús se encamina a la casa del oficial romano, un extranjero opresor y un pagano. Con ello nos damos cuenta que, en el plan de Dios, todos tenemos lugar. Son “los de afuera”, aquellos que en nuestros esquemas quedan siempre al margen, los que necesitan de la asistencia divina. Todos somos destinatarios de la misión de Jesús, también los extraños, porque nadie queda excluido de su mirada.
Y sorprendentemente nos topamos con la indignidad reconocida y aceptada del Centurión y su absoluta confianza en la fuerza de la palabra de Jesús: “No soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme”. “Ni en Israel he encontrado tanta fe”, corresponde Jesús. Necesitamos confiar plenamente en la Palabra pues en ella hay vida. Dios ilumine nuestro ser y nuestro obrar con su Palabra.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: César Lara Rincón C.M
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